Luz Mely Reyes
Para diciembre de 2014 las encuestas exponían la caída irreversible de la popularidad del presidente Nicolás Maduro, la responsabilización de los problemas del país y cómo se iba despolarizando la cuestión económica. Para abril de 2015 todos los sondeos hallaban que más de 70% de los venezolanos consideraba que la situación del país estaba muy mal y que tendería a empeorar. Otros hallazgos de las encuestas permitían inferir la derrota electoral del pasado 6 de diciembre.
En ese contexto, dentro y fuera del Partido Socialista Unido de Venezuela fueron muchas las advertencias formuladas. No solo personas de oposición, gente cercana al gobierno lo hizo. Desde la filas del chavismo se notaba la decepción.
De hecho, las encuestas internas revelaban el deslave que se venía. Sin embargo, la cúpula del Psuv se negaba a creerlo. Tal vez fue ya a dos semanas de las elecciones del 6D, cuando algunos comenzaron a internalizar que perderían los comicios. Se notaban fallas en el 1×10 y los simulacros ya apuntaban lo que se venía. Pero en rigor, muy pocos podían vislumbrar una derrota tan fulminante.
Ya ocurrido el 6D, por sus discursos, parece que aún esta cúpula no entiende muy bien lo que les pasó. Lucen erráticos y hasta infantiles en sus planteamientos. Actúan como cuando un boxeador está noqueado y solo por acto reflejo intenta lanzar golpes.
Pero si lo que está a la vista no necesita anteojos, ¿por qué a la cúpula roja le cuesta tanto entender lo que ocurrió?
Hay muchas hipótesis
Yo me inclino por un efecto de ceguera paradigmática, de la cual he hablado, por el caso del Psuv, desde 2013. Es un concepto acuñado científicamente y adaptado para el mundo empresarial, pero perfectamente aplicable a la política.
¿Qué me parece qué ocurrió? Les prometo: no estoy descubriendo el agua tibia.
Simple
La cúpula se dejó encapsular en una burbuja de aislamiento y desconexión propiciada por sus éxitos del pasado y por sus dificultades para ver cómo estaba cambiando el presente, lo cual, les imposibilitaba realmente ver qué podía ocurrir.
Lo más grave no es que la alta dirigencia del oficialismo no haya aún acusado el golpe de la derrota. Esto es lógico. Lo peor para ellos puede estar por venir.
Si seguimos en la línea de pensamiento de los paradigmas, además de la ceguera hay otro fenómeno: la parálisis paradigmática. Ocurre cuando ya sucedido el cambio de realidades, los sujetos que antes tal vez fueron exitosos, no saben cómo reaccionar y cometen nuevos errores.
Algunos ilustran estos procesos con la caída de imperios empresariales que no ven, aunque estén frente a sus ojos, los nuevos productos que pueden ser un “boom”. Los ejemplos clásicos son el desplazamiento de los relojes de cuerda por los de cuarzo, la carrera perdida de IBM -que diseñó la primera computadora- frente a los “nuevos” paradigmas de la PC y del software que tanto impulsó a Apple y a Microsoft.
El filosofo Edgar Morin lo aborda menos pragmáticamente y más densamente:
“…existe en cada mente una posibilidad de mentira a sí mismo (self-deception) que es fuente permanente de error y de ilusión. El egocentrismo, la necesidad de auto-justificación, la tendencia a proyectar sobre el otro la causa del mal hacen que cada uno se mienta a sí mismo sin detectar esa mentira de la cual, no obstante, es el autor…”.
La alta dirigencia del Psuv parece no comprender que hay un cambio en la sociedad venezolana. Por eso es muy probable que ahora el Psuv, de no recomponerse y buscar cómo adaptarse de la mejor manera a la nueva realidad, siga dando traspiés y que la bola de nieve que rodó el 6D continúe su desplazamiento, hasta las elecciones regionales, donde una vez más, los rojos podrían perder más espacios
2016-01-10
Luz Mely Reyes
Para diciembre de 2014 las encuestas exponían la caída irreversible de la popularidad del presidente Nicolás Maduro, la responsabilización de los problemas del país y cómo se iba despolarizando la cuestión económica. Para abril de 2015 todos los sondeos hallaban que más de 70% de los venezolanos consideraba que la situación del país estaba muy mal y que tendería a empeorar. Otros hallazgos de las encuestas permitían inferir la derrota electoral del pasado 6 de diciembre.
En ese contexto, dentro y fuera del Partido Socialista Unido de Venezuela fueron muchas las advertencias formuladas. No solo personas de oposición, gente cercana al gobierno lo hizo. Desde la filas del chavismo se notaba la decepción.
De hecho, las encuestas internas revelaban el deslave que se venía. Sin embargo, la cúpula del Psuv se negaba a creerlo. Tal vez fue ya a dos semanas de las elecciones del 6D, cuando algunos comenzaron a internalizar que perderían los comicios. Se notaban fallas en el 1×10 y los simulacros ya apuntaban lo que se venía. Pero en rigor, muy pocos podían vislumbrar una derrota tan fulminante.
Ya ocurrido el 6D, por sus discursos, parece que aún esta cúpula no entiende muy bien lo que les pasó. Lucen erráticos y hasta infantiles en sus planteamientos. Actúan como cuando un boxeador está noqueado y solo por acto reflejo intenta lanzar golpes.
Pero si lo que está a la vista no necesita anteojos, ¿por qué a la cúpula roja le cuesta tanto entender lo que ocurrió?
Hay muchas hipótesis
Yo me inclino por un efecto de ceguera paradigmática, de la cual he hablado, por el caso del Psuv, desde 2013. Es un concepto acuñado científicamente y adaptado para el mundo empresarial, pero perfectamente aplicable a la política.
¿Qué me parece qué ocurrió? Les prometo: no estoy descubriendo el agua tibia.
Simple. La cúpula se dejó encapsular en una burbuja de aislamiento y desconexión propiciada por sus éxitos del pasado y por sus dificultades para ver cómo estaba cambiando el presente, lo cual, les imposibilitaba realmente ver qué podía ocurrir.
Lo más grave no es que la alta dirigencia del oficialismo no haya aún acusado el golpe de la derrota. Esto es lógico. Lo peor para ellos puede estar por venir.
Si seguimos en la línea de pensamiento de los paradigmas, además de la ceguera hay otro fenómeno: la parálisis paradigmática. Ocurre cuando ya sucedido el cambio de realidades, los sujetos que antes tal vez fueron exitosos, no saben cómo reaccionar y cometen nuevos errores.
Algunos ilustran estos procesos con la caída de imperios empresariales que no ven, aunque estén frente a sus ojos, los nuevos productos que pueden ser un “boom”. Los ejemplos clásicos son el desplazamiento de los relojes de cuerda por los de cuarzo, la carrera perdida de IBM -que diseñó la primera computadora- frente a los “nuevos” paradigmas de la PC y del software que tanto impulsó a Apple y a Microsoft.
El filosofo Edgar Morin lo aborda menos pragmáticamente y más densamente:
“…existe en cada mente una posibilidad de mentira a sí mismo (self-deception) que es fuente permanente de error y de ilusión. El egocentrismo, la necesidad de auto-justificación, la tendencia a proyectar sobre el otro la causa del mal hacen que cada uno se mienta a sí mismo sin detectar esa mentira de la cual, no obstante, es el autor…”.
La alta dirigencia del Psuv parece no comprender que hay un cambio en la sociedad venezolana. Por eso es muy probable que ahora el Psuv, de no recomponerse y buscar cómo adaptarse de la mejor manera a la nueva realidad, siga dando traspiés y que la bola de nieve que rodó el 6D continúe su desplazamiento, hasta las elecciones regionales, donde una vez más, los rojos podrían perder más espacios
2016-01-10