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Testimonios de los deportados a Colombia

Domingo, 23 de agosto de 2015 a las 07:30 pm
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EFE /Gonzalo Domínguez Loeda
 
Luego de tres días de que el Gobierno venezolano decretara Estado de Excepción en el Táchira, frontera con Colombia, casi un millar de deportados a la ciudad fronteriza de Cúcuta denunciaron que el único criterio seguido para darles ese trato es su nacionalidad, sin importar su situación legal o tener hijos menores de edad. 
 
"Sólo nos dijeron que nos deportaban por ser colombianos. Nos decían ¿venezolanos o colombianos?, pues camine", relató hoy Rocío Angarita sobre su expulsión del país en el que ha vivido los últimos trece años.
 
En el caso de Rocío, como en el de muchos otros, la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) se presentó en su casa a medianoche y les obligó a salir a empujones de la ciudad de San Antonio, situada en el frontera del estado Táchira.
 
En esa región venezolana, el presidente Nicolás Maduro decretó el Estado de Excepción hace tres días y desde entonces han sido deportados 751 colombianos, de los cuales 139 son menores, según los datos facilitados a primera hora de la mañana por Migración Colombia.
 
Las expulsiones han continuado durante todo el día, lo que ha obligado a la Cruz Roja a establecer un Corredor Humanitario para trasladar a pacientes que requieran atención médica desde las ciudades venezolanas fronterizas hasta centros hospitalarios de Cúcuta, capital del departamento de Norte de Santander.

"Sólo nos dejaron ponerle los zapatos a los niños", comentó Angarita sobre la noche de su expulsión en la que "hasta el perro quedó allá".

Los últimos trece años de su vida han quedado ahora a sus espaldas, ya que su casa como la de la mayoría de los colombianos había sido marcada por los soldados venezolanos con una letra "D", una sentencia de demolición de la vivienda y de destrucción de sus propiedades.

"Las marcaron, pusieron la ‘D’ para tumbarlas", narró Abel Antonio Pacheco, otro de los deportados, sobre las viviendas de los colombianos que habitaban en San Antonio.

Pacheco recordó que a él y su esposa no le dejaron sacar "ni el tetero" de su hija, por lo que no pudo alimentarse hasta que llegó al Coliseo Municipal de Cúcuta, una cancha polideportiva que hoy está tomada por tiendas de campaña y voluntarios de la Cruz Roja que prestan servicio médico y psicológico a niños y adultos.

Además proveen alimentos a los deportados que pasan el día en colchonetas a la espera de una solución a su situación o a plantearse un nuevo futuro.

Entre ellos se encuentra Gustavo Sanjuan junto a su mujer y sus ocho hijos de entre uno y 17 años, también obligados a salir con lo puesto.

Sanjuan, como muchos de los colombianos y venezolanos que viven a lo largo de la frontera, tuvo dos hijas en su hogar de San Antonio, lo que, lejos de suponerle un salvoconducto solo le trajo más problemas.

"En el momento en que dije que tengo dos niñas venezolanas me las iban a quitar", detalló sobre la noche en que fueron deportados.

Ante el temor que se ha instalado entre los colombianos que viven en ese lado de la frontera muchos han tenido que mentir sobre el lugar de nacimiento de sus hijos, puesto que, según explicó, varios han tenido que separarse de sus progenitores ante unas deportaciones que no respetan la unidad de las familias.

Precisamente, la cancillería colombiana exigió ayer que antes de aplicar las medidas de deportación se analice en cada caso la situación familiar para garantizar la unión de padres e hijos.

Entre lo que argumenta el Gobierno venezolano está la supuesta acción de paramilitares colombianos a ambos lados de la frontera, y el pasado sábado anunciaron que ocho integrantes de grupos paramilitares habían sido arrestados en Táchira.

Sin embargo esa es una acusación que niegan los colombianos que llegan a Cúcuta deportados: "Dicen que los colombianos somos paramilitares, narcotraficantes, delincuentes, pero no es así, somos personas honradas", señaló Sandra Milena Angarita.

Desde el coliseo deportivo en el que permanece varada, Angarita denunció que los agentes venezolanos golpearon a sus compatriotas y "a algunos niños les ponían bolsas en la cabeza haciéndolos pasar por paramilitares".