"Sólo nos dejaron ponerle los zapatos a los niños", comentó Angarita sobre la noche de su expulsión en la que "hasta el perro quedó allá".
Los últimos trece años de su vida han quedado ahora a sus espaldas, ya que su casa como la de la mayoría de los colombianos había sido marcada por los soldados venezolanos con una letra "D", una sentencia de demolición de la vivienda y de destrucción de sus propiedades.
"Las marcaron, pusieron la ‘D’ para tumbarlas", narró Abel Antonio Pacheco, otro de los deportados, sobre las viviendas de los colombianos que habitaban en San Antonio.
Además proveen alimentos a los deportados que pasan el día en colchonetas a la espera de una solución a su situación o a plantearse un nuevo futuro.
Entre ellos se encuentra Gustavo Sanjuan junto a su mujer y sus ocho hijos de entre uno y 17 años, también obligados a salir con lo puesto.
Sanjuan, como muchos de los colombianos y venezolanos que viven a lo largo de la frontera, tuvo dos hijas en su hogar de San Antonio, lo que, lejos de suponerle un salvoconducto solo le trajo más problemas.
"En el momento en que dije que tengo dos niñas venezolanas me las iban a quitar", detalló sobre la noche en que fueron deportados.
Ante el temor que se ha instalado entre los colombianos que viven en ese lado de la frontera muchos han tenido que mentir sobre el lugar de nacimiento de sus hijos, puesto que, según explicó, varios han tenido que separarse de sus progenitores ante unas deportaciones que no respetan la unidad de las familias.
Precisamente, la cancillería colombiana exigió ayer que antes de aplicar las medidas de deportación se analice en cada caso la situación familiar para garantizar la unión de padres e hijos.
Entre lo que argumenta el Gobierno venezolano está la supuesta acción de paramilitares colombianos a ambos lados de la frontera, y el pasado sábado anunciaron que ocho integrantes de grupos paramilitares habían sido arrestados en Táchira.
Sin embargo esa es una acusación que niegan los colombianos que llegan a Cúcuta deportados: "Dicen que los colombianos somos paramilitares, narcotraficantes, delincuentes, pero no es así, somos personas honradas", señaló Sandra Milena Angarita.
Desde el coliseo deportivo en el que permanece varada, Angarita denunció que los agentes venezolanos golpearon a sus compatriotas y "a algunos niños les ponían bolsas en la cabeza haciéndolos pasar por paramilitares".