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Yorelis Acosta: El venezolano está sufriendo

Lunes, 19 de julio de 2021 a las 04:30 pm
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Carlos Gabriel Lara B.

Algunas zonas populares del oeste de Caracas han estado inmersas en hechos de violencia durante las últimas semanas. Estos acontecimientos, propiciados por bandas delictivas y que han generado un despliegue de múltiples cuerpos de seguridad del Estado, inciden en la salud mental de los ciudadanos.

Por ello, el director del Diario 2001, Juan Ernesto Páez-Pumar, entrevistó en La Conversa 2.0 a Yorelis Acosta, psicóloga clínico-social, investigadora  y profesora universitaria, a fin de profundizar en las implicaciones psicosociales de esta conflictividad.

La psicóloga reconoció que estos hechos violentos no solo afectan a los residentes de las zonas en conflicto sino que también se convierte en una preocupación colectiva.

“Si bien hay zonas focalizadas de violencia, es una violencia que nos afecta a todos porque todos tenemos amigos que están allí en la zona caliente o muy cerca”, acotó.

Repercusión

La investigadora añadió que “tenemos un país diverso, una ciudad compleja donde coexisten muchos mundos”. Igualmente, resaltó las consecuencias de estas irregularidades en el sector económico.

“La violencia tiene una arista económica en la que el comerciante se ve afectado porque los clientes evitan ir allá o se complica conseguir empleados, pero también para la gente que vive alrededor porque tienes que proteger más tu casa; comprar un candado, colocar un cercado eléctrico. Todo esto implica dinero y son costos económicos de vivir en zonas peligrosas o en donde te sientas afectado y vulnerable”, explicó.

Hizo mención de la influencia de la desgana de los venezolanos en el aparato productivo del país.

“El rostro del venezolano te dice cosas. Aunque la gente no te lo diga, su cara está contraída, la gente está preocupada. Todos necesitamos tranquilidad para trabajar y estar en un estado de ánimo positivo. El estado de ánimo es fundamental para el desarrollo del país. Los retos que tenemos frente a nosotros son muy altos y difíciles. Tenemos que aprender otras estrategias para poder resolver el día a día”, mencionó.

Acosta detalló de qué manera cambió la dinámica de vida de los residentes de estas zonas violentas.

“Aun cuando la gente que vive en estas zonas y sus alrededores se protegió lo mejor que pudo, uno de los daños principales de este evento es que ni siquiera en tu casa te sientes tranquilo. Tu cotidianidad y tranquilidad se alteró. Es una gran pérdida de la calidad de vida en estas zonas violentas y se vive en un estado de alerta constante. Ese estado de alerta es lo más dañino para el sistema emocional porque te desgasta, te debilita y te quiebra”, dijo.

De igual forma, se refirió al desplazamiento de los habitantes y recalcó que la organización y solidaridad son acciones determinantes en este contexto.

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“No habíamos visto este caso de desplazados dentro de la misma ciudad. En una crisis en la que tenemos ahora en la que la gente vive al día, te agarra una situación así y quizás tienes o no para comer ese día o tenías que hacer mercado. Son situaciones de estrés traumático. Es como si estuvieras viviendo en una zona de guerra. Toca la organización y la solidaridad entre los vecinos como ayuda en momentos como estos”, afirmó.

Vulnerabilidad

La profesora también describió las alteraciones psicológicas que se desarrollan dentro de este escenario complejo, así como el rol que cumplen los expertos como principal apoyo.

“Los psicólogos estamos alertas para tratar de ayudar en sanar las heridas, las alteraciones psicológicas producto de ese estado de alerta constante. Entre ellos el trastorno del estado de ánimo, insomnio, ansiedad, trastorno de la personalidad y ataques de pánico. Los psicólogos tenemos que estar ahí en primera línea para tratar de ayudar a las personas y darle herramientas. Es lo que nos toca, es nuestra realidad.
Estamos viviendo una situación de afectación y de violencia grave”, puntualizó.

Entretanto, la especialista expuso que en la sociedad todavía cuesta hablar de salud mental, por lo que se ha asociado que abordar este asunto es hablar de locura. Al mismo tiempo, valoró  el proceso de somatización del ser humano.

“Así como el cuerpo se enferma, la mente también. La mente se agota y hay que cuidarla. Ese agotamiento puede llevar a un desequilibrio de las emociones, a un predominio de emociones negativas, a una tristeza incontrolable y que se acentúa y puede conllevar a una depresión. Otro de los síntomas de ese agotamiento es la alteración del sueño, que es el trastorno psicológico más frecuente. Luego le sigue las del estado del ánimo”, aseveró.

Por otra parte, la experta disertó sobre el ejemplo que transmiten las bandas delictivas a la juventud.

“Estas bandas de delincuentes son más atractivas para muchos jóvenes por los gustos y lujos que pueden tener, porque yo tengo acceso a comprarme rápido cosas que me gustan a diferencia de si me voy por el camino del estudio. Es una lucha entre el bien y el mal. El mal te lleva a un acceso de vía rápida, mientras que el bien te lleva de mucho esfuerzo”, argumentó.

Respecto a la resignación de la gente ante la realidad violenta en Venezuela, la psicóloga dio su opinión.

“Lo que veo en consulta y en la calle es que nadie está conforme y contento con esta situación. Uno de los efectos de la violencia es su naturalización. Te conviertes en una sociedad que empieza a tolerar altos niveles de violencia. Eso es grave y debemos empezar a corregirlo. Con relación a la violencia, nos quedamos sin parámetros. El Estado ha intentado cosas y no ha podido solucionar nada, la situación es más grave”, manifestó.  

Sumó que “el venezolano está sufriendo”. “No estamos adaptados a sufrir. Esa no es nuestra situación”, subrayó.

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