Hollywood despliega un ejército de tratamientos premium contra el envejecimiento, con inversiones que superan los $30,000 anuales por estrella según dermatólogos de elite. El Sculptra (ácido poliláctico) emerge como el "héroe discreto": bioestimula colágeno con efectos graduales por 24 meses ($1,500-$2,500 por sesión), preferido por Demi Moore y Donatella Versace por su naturalidad. Le sigue el lifting líquido con ácido hialurónico: redefine mandíbulas y pómulos ($600-$2,000 por sesión), técnica que rejuveneció a Christina Aguilera y Lindsay Lohan, aunque expertos advierten riesgos de "rostros artificiales" si se excede el volumen.
Ultherapy (ultrasonido focalizado) y Thermage FLX (radiofrecuencia) lideran las terapias no invasivas, con costos de $3,000 y $2,500 por sesión facial respectivamente. Jennifer Aniston y Gwyneth Paltrow las incluyen en rutinas bianuales para tensar piel sin cirugía, mientras el láser fraccionado($1,000-$5,000) elimina manchas en actrices como Nicole Kidman. Para casos extremos, el "paquete completo" de Lindsay Lohan –inyecciones, láser y estiramientos mínimamente invasivos– alcanza $300,000, según análisis de JB Aesthetics. A esto se suma el Ozempic, fármaco diabético usado off-label por Christina Aguilera para adelgazamiento facial rápido, pese a riesgos no estéticos.
Con cifras estratosféricas y presión industrial, ¿son estos tratamientos actos de autocuidado o sumisión? Libros como Anti-envejecimiento (Rose Marie Gionta Alfieri) insisten en que "detener el reloj biológico debe enfocarse en salud" . Figuras como Sandra Bullock reivindican el "rejuvenecimiento sin culpa", mientras el movimiento body positive choca con la cultura Hollywoodense que idolatra la juventud.
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