Redacción Diario 2001
Crisis
La falta de recursos económicos y comida son los principales problemas por lo que está pasando la Fundación Amigos de la Tercera Edad.
Esta organización fundada en 1995 y con sede en La Vega tiene como objetivo que los adultos mayores se sientan útiles con ellos mismos y con los demás, para evitar que su envejecimiento afecte su mente y espíritu. Por eso, impulsan labores artísticas, artesanales, religiosas y recreativas. Sin embargo, en los últimos años sus actividades han ido disminuyendo.
“Una de las primeras diligencias que hicimos fue conseguir un comedor a los abuelos a través del Instituto Nacional de Servicios Sociales (Inass), quienes nos daban 185 comidas diarias con sus frutas, jugo y sopa. Ahora, solo recibimos 104 comidas diarias y cada vez en menores porciones”, dijo Senovia Tovar, directora de la organización.
La fundación atiende por día a 250 abuelos. Les ofrecen servicios médicos y almuerzos gratis. “Por la situación económica del país, ya no damos el desayuno, las meriendas son de vez”, señala la vocera.
Se mantienen por autogestión (rifas, excursiones, verbenas, entre otros). No recibe ningún aporte del Gobierno a pesar de que aseguran haber hecho en varias oportunidades las gestiones pertinentes. Incluso, en una oportunidad el Estado les pidió ceder parte de sus terrenos condición para recibir la ayuda, pero se negaron.
Faltas. Entre sus servicios destacan la atención médica general y rehabilitación en una sala equipada por la Sociedad de Amigos de Niños y Ancianos (Sana), quienes se encargan de cubrir los honorarios de los profesionales médicos. Solo requiere con carácter de urgencia los servicios de un fisioterapeuta.
“Deseamos poder construir una edificación que le permita a los abuelos quedarse en el centro, porque hay muchos que no tienen a dónde ir, para ello necesitaríamos del apoyo de la empresa privada o el Gobierno, puesto que nosotros como Fundación no contamos con los recursos para llevar a cabo dicha obra”, agrega Tovar.
Historia. La directora cuenta que ahí lo más importante es que le dan a los abuelos es cariños, comprensión y compañía, algunos “ni en sus propias casas los quieren”.
Una de esas personas es la señora Eufrasina Castillo, de 79 años de edad. Ella, en 2012, vendió su apartamento en la Candelaria donde vivía sola, para unir el dinero con su hija y yerno para comprar otro inmueble en Montalbán y mudarse juntos.
Castillo cuenta que desde ese entonces es víctima de malos tratos, ofensas y agresiones constantes. Han llegado al punto que ni le permiten usar la lavadora, comer (ha pasado hasta 3 días sin ingerir alimentos, por lo que ha bajado de peso), tomar agua, poner algo en la nevera porque asegura que su yerno lo saca y tira a piso.
“Ambos me quieren afuera, a pesar de ser dueña de la mitad del apartamento”, dice.
En estos momentos está haciendo las diligencias correspondientes para que le reconozcan su parte para que la dejen vivir tranquila o para venderla e irse a vivir a otro sitio.
Mientras, Castillo recibe apoyo de la fundación. “Me dan almuerzo. Lo que cobro de la pensión trato de rendirlo para los desayunos y las cositas que voy necesitando, pero no me alcanza ni para las medicinas que tomo para la artrosis y la tiroides”, relata.
Primeros pasos. Los inicios de la organización datan de hace 21 años cuando 10 pequeños clubes de abuelos en varios sectores de La Vega. Las reuniones se hacían en el estacionamiento de una casa en el barrio El Carmen. Se organizaron y se transformó en lo que es hoy día la Fundación Amigos de la Tercera Edad.
Fue fundada en la antigua “Casa Cultural” perteneciente a Cementos La Vega. La vivienda fue dada inicialmente en comodato y luego de dos años fue donada en su totalidad junto al parque “Juan Cuchara” adyacente a la Fundación Historias de Vida.
2016-10-30