karina Pérez
Los paseos, una ida al cine o al parque y hasta un almuerzo fuera de casa, se han convertido en toda una odisea para los venezolanos. El alto costo de la vida y el sueldo no son compatibles y la distracción pasó de ser un derecho a ser a un lujo para los niños y adolescentes.
Algunos padres optan por tomar parte de sus ingresos de su bono de alimentación para usarlo en una salida dominguera con sus hijos.Margot Serrano señaló que “a veces uso los cestatickets para llevar a mis chamos al cine, es la única manera que tengo porque así no gasto de mi sueldo que está siempre comprometido”.
Incluso, hay quienes prefieren comprar un refresco de dos litros en las farmacias porque es más barato. Con respecto a los manjares dulces, los churros se llevaron el primer lugar, debido a que entre varios compran una ración grande y así disfrutan un rato.
“Tenemos varias horas recorriendo el centro comercial, solo viendo porque los precios están por las nubes. Nos sentamos a compartir unos churros para no ir tan pronto a casa a aburrirnos”, recalcó la joven de 17 años Jennifer Zambrano.
Un caso similar es el de Rafael Uzcátegui quien en compañía de sus dos hijas, se deleitaban con unos helados pagados con su bono de alimentación. “Hoy salimos un rato porque es el último día de las vacaciones y mis hijas no salieron a pasear en todo el tiempo que estuvieron sin clases. Lamentablemente la plata aunque trabajes y trabajes de sol a sol no alcanza para un viaje ni para lujos mayores”, expresó Uzcátegui.