Olgalinda Pimentel
El venezolano, a su paso de una crisis a otra sin pausa, está desarrollando una capacidad inédita de resistir las dificultades y dejando atrás los mitos negativos que marcaron su manera aprendida de ser. La "viveza criolla", la necesidad del mesías y el achinchorramiento emocional están diluyéndose con la emergencia humanitaria compleja, de acuerdo con los "hallazgos" de la organización Psicólogos sin Fronteras, en un trabajo conjunto con el grupo social Cesap, en varias comunidades del país. Lo confirman cientos de testimonios recogidos de forma presencial o vía online, en casi tres años, aunque la data aún no se levanta, afirma la presidenta de la organización Marisol Ramírez.
"Esta situación inédita y devastadora que enfrentamos, no desde el jueves 7 de marzo con el gran apagón, sino desde hace más de tres años con los embates de la emergencia alimentaria, de salud, muestra evidentes estragos que el venezolano nunca imaginó vivir, porque siempre había oportunidad de resolver de inmediato. Ahora encontramos tres elementos básicos que forman parte de nuevos aprendizajes que el venezolano hace y debe hacer irrevocablemente, indefectiblemente", señala. "Ese es el nuevo perfil del venezolano que aquí en el país hace todo lo posible para resistir todo este deterioro desde hace tiempo".
Ramírez refiere que "el mito de viveza criolla, del ‘siempre voy a resolver’ a costa de lo que sea sin importar lo que le pase a otro, es una de las cosas que está cambiando". "Tenemos que reconocer y poner nuestras habilidades al servicio de vivir en comunidad y eso lo hemos visto con el despertar de la solidaridad en estos días. Si bien ha aparecido gran cantidad de especuladores, también ha aparecido una mayor cantidad de manifestaciones de solidaridad, de colectivismo y de aporte. Es un hallazgo importante".
La "comodidad", esa idea de que otro resolverá siempre los problemas por nosotros, también está esfumándose, dice la psicóloga. “Ese querer siempre encontrar a alguien que nos va a salvar, llámese próceres u otro tipo de salvadores, es una fantasía que debe erradicarse. Hemos visto que el héroe está en cada venezolano en este momento y tiene que ver no solo con la resistencia sino a la iniciativa, la inventiva, el buen humor que nos saca de la depresión que ya ha cobrado víctimas”.
El último elemento que debe seguir trabajándose, indica, es la organización. "El venezolano es lamentablemente achinchorrado, espera que la oportunidad pase porque habrá otra oportunidad de resolver y salir del problema, y eso no nos sirve. Si no nos organizamos como ciudadanos, si no reconocemos que otro tiene habilidades distintas a las nuestras pero que las dos son importantes, nos va a costar hacer la tarea. Hay que respetar y reconocer las diferencias para aportar y construir, y así vivir en libertad y en democracia con igualdad de oportunidades para todos; cada quien haciendo su trabajo de acuerdo con la oportunidad y competencias para que cada quien tenga la vida que debe y merece tener”.
El de aquí, el de allá. La especialista descarta la resignación -desde el punto de vista técnico- de vivir penurias cada día, aunque reconoce que existe cansancio. “Claro que lo hay, estar 120 horas sin luz ni agua o perder la comida en la nevera y botarla porque se dañó, después de tener que enfrentar el costo del agua y la especulación de otros ciudadanos como yo, despierta cansancio, pero el venezolano ha demostrado tener una inmensa capacidad de resistencia y ha sido su principal fortaleza, y esta situación de caos, de incertidumbre, es una gran oportunidad para demostrar qué queremos y hacia dónde queremos llegar como ciudadanos. Aunque nos ha provocado tristeza, desolación y desesperanza, nos ha sacado también aspectos positivos como la solidaridad, capacidad resolutiva, la necesidad de resistir, la búsqueda de alternativas diferentes”.
Para Ramírez la emocionalidad de quienes se quedaron en el país y quienes se fueron son diferentes, aunque no han podido medir aún el fenómeno psicológico en el proceso migratorio en el tiempo, para poder caracterizarlo. “El que se fue porque huyó, escapó de la crisis, está a la expectativa y tiene necesidad de retornar a un orden, de reorganizar su vida; es un venezolano que no siente patria ni terruño afuera, sino que su vida está pendiente, suspendida a la espera de cosas que puedan ocurrir para volver a su casa. El que se queda por omisión o por decisión está en la expectativa, en la añoranza de nuevas oportunidades para poder reconstruir. Estos son registros de testimonios que hemos podido atender como organización”.
Asegura que esta carrera de aprendizaje no tiene fin. “El venezolano que para este momento sobrevive a todo esta catástrofe nunca será aquel de hace seis meses ni el de un mes, es un proceso que nos ha ido forzando a lograr lo que nunca habíamos podido hacer, y es indetenible”.
"No somos de cajita"
Psicólogos sin Fronteras, una organización fundada hace nueve años, presta asistencia gratuita a quienes lo necesitan desde 2017. "Es una psicoterapia de urgencia, una metodología indicada para contingencias y emergencias y la hemos aplicado en muchos pacientes que salen del servicio y regresan: madres que han aprendido a vivir con el dolor de la ausencia, personas que han tenido pérdidas, hijos fallecidos o que se quedan solos".
Sin embargo, también se han centrado en el trabajo de formación junto con Cesap. Participan activamente en el acompañamiento psicosocial mediante el cual personas con cursos de formación se convierten a su vez en promotores para acompañar emocionalmente a sus comunidades en distintas situaciones.
“Lo que hemos buscado es no ser psicólogos de cajita, sino atender el dolor y enseñar a personas sus capacidades y fortalezas para acompañar a otros en situaciones difíciles, y cuando estas sobrepasan sus capacidades, se envían al servicio de Psicología. Hay una inmensa voluntad del venezolano en todo el país por hacer acompañamiento".
2019-03-17
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