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Como consecuencia de la ola de emigración que atraviesa el país, los ancianos se ven afectados por el abandono total o parcial de sus familiares que, entre otras cosas, les dificulta o impide continuar su independencia y los deja aún más vulnerables ante la crisis nacional.
Gilberto -que por seguridad pidió no exponer su apellido- tiene 78 años. La mayor de sus dos hijas vive en República Dominicana desde hace cuatro años cuando decidió emigrar para “buscar un mejor futuro para su pequeña de dos años”; su segunda hija inició la misma aventura hace seis meses hacia Colombia.
Él es viudo y dice gozar de salud salvo un eventual dolor de cadera y “alguna que otra subida de tensión”; sin embargo, debe mantener un tratamiento para controlar la presión arterial y afirma que lo cumple a medias debido a que no encuentra los medicamentos desde hace varios meses.
“Mi hija brincaba de un lado a otro para encontrarme las medicinas, hacía colas, las compraba bachaqueado, a veces encontraba quién se las donara. Ahora no está ella y yo no las encuentro, y si hago cola me mata el dolor de cadera. Cuando la encuentro parto la pastillita y me tomo solo media dosis”, dijo
Su única entrada de dinero es la pensión.
El abuelo contó que a una pareja de vecinos también ancianos y en la misma situación que él -solos en el país a raíz de la emigración de sus familiares- fueron amordazados y secuestrados en su propia casa por unos hombres que vendían informalmente productos de limpieza en una zona del oeste de Caracas.
Tres semanas después de lo ocurrido a sus vecinos, estos hombres intentaron meterse en su apartamento, pero en ese momento dos vecinos iban saliendo y vieron lo que ocurría.
Los delincuentes “eran dos y otro estaba abajo en el carro esperando. Ese logró escaparse, pero a los otros los agarraron y les dieron tantos golpes todos los vecinos que de broma (casi) los linchan”, detalló.
Margarita Cerrada, de 72 años, también vive sola en Caracas luego de que sus tres hijos se fueran del país.
Ella recibe dinero de sus hijos para, como dice ella, “vivir medio tranquila con lo poco que se encuentra”.
Estos ingresos le permiten adquirir productos que para el venezolano común pueden ser “inaccesibles”, pero “paga lo caro bien caro” porque, afirma, tiene episodios de ansiedad por no saber cómo está su familia y por vivir sola.
“Yo sufro mucho porque no los tengo, pero ¿qué puedo hacer? Yo sé que ellos están mejor lejos de aquí”, dijo.
2017-11-26