BBC MUNDO
El nado sincronizado es uno de los deportes más artísticos y agradables a la vista de los que se presentan en las competencias a nivel mundial.
Y aunque durante años ha sido dominado por las mujeres, eso está por cambiar: en el Campeonato Mundial de Natación, que inicia este sábado en Rusia, los hombres podrán competir por primera vez de manera oficial.
Algo inédito en una competencia que, en su más alto nivel internacional, ha sido exclusiva de las mujeres, pese a que los hombres han sido parte fundamental desde su creación como disciplina a finales del siglo XIX, cuando se la conocía como "ballet acuático".
¿Será entonces éste el primer paso para que los hombres vuelvan a competir en la mayor cita deportiva mundial, los Juegos Olímpicos?
Uno de los más entusiasmados con la idea del debut en los campeonatos mundiales es el estadounidense Bill May, considerado uno de los mejores en esta especialidad.
"Es algo que he soñado toda mi vida: estar con los mejores del mundo", le dijo May a la BBC.
Ganador de múltiples medallas y trofeos a nivel global, nunca pudo participar en los Juegos Olímpicos o en los Mundiales porque el suyo era un deporte "exclusivo de mujeres".
De hecho, a sus 36 años, ya se había retirado de las competiciones –y era parte del elenco del Cirque du Soleil en Las Vegas– cuando la Federación Internacional de Natación (FINA, por sus siglas en francés) anunció la categoría mixta para los campeonatos de Rusia 2015.
Y May decidió que era un buen momento para volver, aunque sus rivales y compañeros tuvieran 10 años menos.
Pero May no es el único que celebró la decisión de la FINA. El francés Benoit Beaufills, de 37 años, representará a su país en la categoría libre de nado sincronizado, aunque se había retirado de la competición en 1998.
"Cada vez que podía me metía en una piscina y trataba de imitar lo que hacían las chicas, sin entrenador, solo imitar lo que ellas hacían", le dijo a la BBC Beaufills sobre sus inicios en el deporte.
Historia de un deporte joven
Aunque apenas ingresó como deporte olímpico en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, el nado sincronizado tuvo varios antecedentes en el siglo XIX y a principios del siglo XX.
Tal vez el primer evento ocurrió en 1892, en la ciudad de Yorkshire, en el centro de Reino Unido, en una competencia de "nado científico" que era una de las exigencias para ser parte de la Real Sociedad de Salvavidas.
La prueba de nado ornamental o "científico" la ganó en ese entonces un joven de 14 años, llamado Bob Derbyshire, después de realizar una serie de volteretas dentro del agua, un clavado y otras acrobacias.
Los nadadores masculinos jugaron un papel clave en los concursos acuáticos que se convirtieron en una atracción muy popular entre el público de los años 30 y 40.
Y no fue una disciplina ajena a los campeones del mundo de natación. El cinco veces campeón olímpico, el estadounidense Johnny Weissmuller, hizo parte del club Billy Rose, que fue uno de los responsables de la popularización del deporte.
Pero no fue sino hasta 1941 cuando se adoptó como una práctica deportiva por parte de la Unión Atlética Amateur de Estados Unidos, y también se determinó que las categorías de mujeres y hombres competirían de forma separada. Hasta ese momento podían ser combinadas.
El asunto es que esta separación le quitó el impulso del aporte masculino al deporte.
"El nado sincronizado fue diseñado para que fuera practicado por ambos sexos, pero la Unión Atlética los separó porque pensó que el ser hombre tenía ventajas en el agua, pero lo cierto es que era todo lo contrario", le dijo a la BBC Bert Hubbard, quien compitió a mediados de los años 50.
Las dificultades de la novedad
Pero, ¿qué tanta razón tenía la Unión Atlética de EE.UU. sobre separar ambos géneros?
Para Alexander Maltsev, atleta ruso, el nado sincronizado entre ambos sexos es como un ballet: el hombre personifica la fuerza, el poder; la mujer, por su parte, la belleza y la gracia.
A pesar de un retiro de casi 15 años, Bill May buscó a su pareja de antaño en la piscina, Lum Underwood, para su presentación en Rusia.
Y juntos están preparando una rutina que combina la influencia de dos nadadores británicos muy conocidos: Torvill y Dean, quienes incluyen movimientos del patinaje artístico en su coreografía, donde hay un fuerte sentido narrativo, inclusive romance.
El principal obstáculo entre ambos ha sido responder a una pregunta: ¿qué calificarán los jueces en una prueba que no se ha hecho nunca antes?
Y no solo para ellos, sino para los otros competidores.