Lupita Jones, la mujer que hizo historia al convertirse en la primera mexicana en ganar Miss Universo en 1991, lanzó una crítica frontal contra la actual dirección del certamen. En una entrevista exclusiva con la agencia EFE, Jones afirmó sin rodeos que el concurso "ha perdido completamente el rumbo", acusando a sus dueños de desvirtuar su misión original por intereses personales.
La exreina y exitosa empresaria consideró que Miss Universo "ha perdido su misión y su visión de proyectar a las mujeres", transformándose en una herramienta para que los propietarios "abran puertas" y desarrollen sus negocios particulares. "Lo han querido enfocar en objetivos particulares o muy personales, haciendo uso de la marca para cosas que no tienen nada que ver con la marca", declaró con evidente preocupación.
Los dueños bajo la lupa: investigaciones que "ensucian" el certamen
El centro de la crítica de Jones se dirige directamente a los actuales propietarios: el empresario mexicano Raúl Rocha Cantú y la tailandesa Anne Jakkaphong. Ambos enfrentan serias investigaciones judiciales en sus respectivos países, situación que, según Jones, contamina la imagen del certamen a nivel global.
Rocha Cantú es investigado por autoridades mexicanas por presuntos vínculos con crimen organizado, mientras que Jakkaphong enfrenta una investigación en Tailandia por fraude. "Obviamente que lo manchan, obviamente que afecta la percepción de la gente", afirmó Jones, añadiendo que "si las cabezas están enfrentando ese tipo de acusaciones, pues es lógico que pienses que todo permea hacia abajo".
Un "patrimonio universal" que exige transparencia
Más allá de las críticas a las personas, Lupita Jones defendió la esencia del certamen como un "patrimonio universal" que trasciende a sus dueños temporales. "Le pertenece al mundo", subrayó, exigiendo que quienes lo administran deben "respetarlo" y actuar con la "transparencia" que el público merece.
Sus declaraciones llegan en un momento particularmente delicado para Miss Universo, que recientemente coronó a la mexicana Fátima Bosch en una edición marcada por polémicas y acusaciones de falta de transparencia. La postura de la exmiss representa el descontento de un sector importante dentro del mundo de los concursos de belleza, preocupado por la dirección comercial y los escándalos legales que rodean actualmente a la organización del certamen más famoso del planeta.
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