El fundador del movimiento "Gongmen" ("Nuevo Ciudadano"), Xu Zhiyong, será juzgado mañana, miércoles, en Pekín, cuando se abre una semana de controvertidas audiencias contra esta red de activistas, una de las más significativas del país y que reclama más transparencia a los gobernantes.
El más prominente de los imputados, Xu está acusado de alterar el orden público, delito por el que podría ser condenado, según los expertos, con hasta cinco años de prisión por el Tribunal Intermedio Número Uno de Pekín, donde se desarrollará la audiencia.
Xu, de 40 años y abogado de profesión, fue detenido en julio de 2013, apenas un año después de que fundara "Nuevo Ciudadano", movimiento que reclama que se aplique la Constitución y se adopten más controles sobre los dirigentes del país.
Su juicio se produce algo más tarde de lo esperado, ya que fue imputado a mediados de diciembre y entonces se consideró que las autoridades podrían acelerar su vista para que se celebrara antes de Navidad, en la línea de la inusitada velocidad que estaba siguiendo el procedimiento.
Será en la víspera de otra festividad, la del Año Nuevo Lunar, cuando Xu se siente en el banquillo de los acusados, una fecha que no se considera casual, ya que estos días los ciudadanos chinos regresan a sus ciudades de origen y será más difícil que sus seguidores se concentren a las puertas del juzgado.
Otrora ensalzado por las autoridades por investigar la contaminación en la leche en polvo para bebé -fue incluido entre las diez principales figuras legales de China por la televisión local en 2002-, su popularidad entre las filas del régimen cayó en picado tras fundar el movimiento.
Con un más que probable veredicto de culpabilidad previsto, Xu es el primero de otros seis ciudadanos que tendrán que acudir a juicio a finales de esta semana por participar en "Gongmen" y otros grupos de protesta que el año pasado instaron al Partido Comunista (PCCh) a aceptar una mayor liberalización política.
Se trata de los activistas Zhao Changqing, quien será procesado el jueves en una corte del distrito pequinés de Haidian, y sus colegas Ding Jiaxi, Li Wei, Zhang Baochang, Yuan Dong y Liu Yuandong, que asistirán al mismo tribunal el viernes.
Todos, incluido Xi, son víctimas a su vez de la intensificación del control del Gobierno hacia las redes sociales e internet, ya que han divulgado gran parte de su actividad a través de sus cuentas en Weibo, el Twitter chino, y otros programas online.
En particular, Xi, con miles de seguidores en Weibo, se ve afectado por la normativa aprobada el pasado año que contempla penas de cárcel, si los mensajes que consideren "nocivos" son reenviados un mínimo de 500 veces por otros internautas.
Varias organizaciones de derechos humanos, entre ellas Amnistía Internacional, han pedido a las autoridades chinas que "liberen inmediatamente" a Xu, según un comunicado divulgado hoy por la asociación.
"En vez de la prometida campaña anticorrupción del presidente Xi Jinping, estamos presenciando otra de acoso y derribo" contra quienes la descubren, dice Roseann Rife, directora de la sede del este de Asia de AI.
La organización también condena que, durante una audiencia previa al juicio, se negó que testigos y defensores de Xu acudan a testificar a la corte.
Maya Wang, investigadora en Hong Kong de Human Rights Watch, condena que los inminentes juicios son un "aviso para navegantes" a otros activistas, y dice a Efe en una entrevista telefónica que subrayan "el nerviosismo" del Gobierno ante movimientos que han mostrado "estar organizados y ser eficientes".
Así, aunque considera que "conseguirán silenciar a otros activistas en el corto plazo, en el largo aún habrá apoyo y ocasión para que triunfen. Y serán todavía más sofisticados".
De acuerdo a la organización Chinese Human Rights Defenders, con sede en Hong Kong, más de 65 personas relacionadas con "Nuevo Ciudadano" han sido detenidas o sujetas a desapariciones forzosas desde comienzos de diciembre.
En una entrevista a la edición china de la revista "Squire" en 2009, en pleno apogeo de su popularidad, Xu Zhiyong aseguró que su sueño era que China se convirtiera "en un país de libertad, justicia y amor".
Algo más de cuatro años después, Xu se enfrenta a una probable pena de cárcel por perseguir un sueño ahora aparentemente incómodo para las autoridades.
Según sus abogados y amigos, el que un día fue el abogado idolatrado por el régimen comunista, optará durante el juicio por el silencio como protesta. EFE