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Hallar un refugio seguro en Gaza, una misión complicada

Sabado, 12 de julio de 2014 a las 07:30 pm
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EFE

Tras una noche de duros bombardeos sobre el norte de Gaza, Jalil Murad pensó que al menos con el despuntar del alba lograría dormir unas horas, tras desayunar y prepararse para un nuevo día de Ramadán.

Sin embargo, acabada la primera oración, volvió a sentir el zumbar de los aviones sobre su modesta casa en Beit Lahiya, una de las más castigadas por el Ejército israelí desde que hace seis días emprendiera una ofensiva militar en la que ya han muerto más de 170 personas.

Esta vez, no obstante, de su fuselaje no cayeron las habituales bombas de 250 kilogramos, si no miles de octavillas con un mensaje claro escrito en árabe: "Abandonad vuestro hogar", "serán atacados", "estáis en peligro".

"Levanté a toda mi familia, subimos al carro con lo que pudimos y salimos de casa. Tenemos miedo", explica a Efe en el patio de una escuela que la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos tiene en Rimal, en el centro de Gaza.

"Hemos tardado cerca de una hora en llegar y no sabemos si podremos volver y, si volvemos, que nos encontraremos. ¿Dónde están quienes pueden parar esto?", se pregunta Jalil, sentado en el carro, con el rostro curtido por su trabajo en el campo.

Según datos de la propia ONU, más de 150 edificios y viviendas particulares palestinas han sido bombardeadas durante esta tercera operación contra el movimiento islamista Hamás desde que éste asumiera el control de Gaza en 2007.

El gobierno israelí insiste en que se trata de "instalaciones y centros de mando terroristas encubiertas" y por eso las considera objetivo legítimo.

Y el Ejército reitera que siempre avisa a sus habitantes y que incluso ha abortado decenas de misiones al comprobar que quedaba gente en ellos.

Aún así, en apenas una semana de intensos y poderosos bombardeos han muerto ya más de 170 personas -en su mayoría civiles, incluidos una treintena de niños- y cerca de un millar más han resultado heridos.

Organizaciones de derechos humanos israelíes y la propia ONU han recordado a Israel que el bombardeo de viviendas atenta contra el derecho humanitario internacional y que debe minimizar los llamados "daños colaterales".

Uno de los ataques más mortíferos se produjo anoche contra la casa de un supuesto policía palestino en el norte de la Franja, en el murieron al menos 20 personas, y que ha sumido en el miedo a la población.

Esta mañana, decenas de personas acarreaban sus enseres e incluso sus animales en busca de refugio, en medio de calles vacías plagadas de escombros y basura.

"Las 28 escuelas de la UNRWA están completas. Y apenas tenemos sitio para acoger a tanta gente. Ni comida ni instalaciones suficientes", explicó a Efe Akif Shalif, director de la escuela Rimal, en el centro de Franja.

"Esta escuela está abierta para todo el mundo, pero en particular para todo los que huyen del norte. Es la más grande, ahora habrá unas 1.300 personas", explicó.

Shalif insistió en que las escuelas son, a priori, el lugar más seguro de Gaza, pero que nada es suficiente "ante la potencia y la intensidad de los bombardeos, más fuertes de lo que habíamos visto nunca".

"No hay nada seguro en Gaza, solo nos queda confiar en Alá. Esperemos que así sea", subrayó el responsable, tras recordar que en 2009 ya hubo que lamentar un ataque con víctimas israelí sobre una escuela.

Amal, una mujer de 40 años, era una de las decenas de personas que esta mañana llegaban casi sin resuello y envuelta en sudor a esta amplia infraestructura levantada con el apoyo del gobierno de Japón.

Una bolsa de tomates, otra de pepinos, algunas botellas de agua, mantas, colchones y varias piezas de ropa eran todo lo que habían podido empaquetar.

A su alrededor, varios niños desarrapados y descalzos se bajan al tiempo que se pierden en la multitud en busca de un aula o un rincón de los pasillos de instalar un pequeño campamento.

"¿Por qué nos hacen esto? ¿Por qué nos atacan si somos pobres, si no tenemos nada", se preguntaba frente al rostro resignado de su marido, agricultor en Beit Lahia, uno de los barrios amenazados.

Y es que la ofensiva ha agravado aún más la precaria situación de la población civil en la Franja, bajo asedio militar desde 2007 y donde cuatro de cada cinco habitantes -calculados en 1,8 millones- vive bajo el umbral de la pobreza.

Al final de la calle, la familia Al Shalib afrontaba un reto mayor: salvar su medio de vida, un grupo de vacas que hoy ni siquiera pudieron ordeñar.

"No sé adonde vamos. Simplemente corremos para ponernos a salvo, huimos", gritó a Efe el patriarca

2014-07-13