El Sistema de Inteligencia Brasileño mantiene alerta máxima ante la posibilidad de que se realicen manifestaciones durante la estadía del papa Francisco en Río de Janeiro, informan hoy medios locales.
Según explicó el ministro del Gabinete de Seguridad Institucional, José Elito Siqueira, pese al alerta máxima, las eventuales protestas deberán ser tomadas "con naturalidad" y aclaró que el hecho de que los organismos de seguridad puedan preverlas no significa que se intentará evitarlas.
"Las manifestaciones no serán un problema. Tenemos que encararlas con naturalidad. La idea no es cohibirlas", dijo Siqueira, al comentar información suministrada por la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN), que coordinará el operativo de seguridad que será implementado entre el 22 y el 30 de julio, días en que el pontífice permanecerá en Brasil en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud.
Según lo informado, la tendencia a que actúen en Río "grupos de presión", que son los que promueven manifestaciones espontáneas sin que haya un interlocutor claro ni una reivindicación específica, es la única que figura con nivel rojo, el máximo de una escala que incluye un nivel intermedio, el naranja, y uno verde, que es el que cataloga al grupo o a la acción más inocua.
En Río de Janeiro, donde tendrá lugar la JMJ y estará el papa durante casi toda su estadía, además de los "grupos de presión" fueron catalogados con distintos niveles de amenaza las acciones de "organizaciones terroristas", del "crimen organizado", de los "movimientos reivindicatorios" y de la "delincuencia común", e "incidentes de tránsito", entre otros.
Los "movimientos reivindicatorios", que son los integrados por sindicatos y organizaciones de la sociedad civil que protestan en torno a demandas específicas -aumento de salarios, cambio de normativa, etc-, y la acción de grupos de "delincuencia común" figuran con nivel naranja, mientras que la acción de grupos terroristas y del crimen organizado figuran con nivel verde, lo que significa que existe un muy bajo riesgo de que ocurran.
En el estado de Sao Paulo, a donde el pontífice realizará una visita fugaz el 24 de julio a la ciudad santuario de Aparecida, la inteligencia brasileña detalla tres fuentes de amenaza: los movimientos reivindicatorios, que figuran con alerta naranja, y los grupos de presión y las organizaciones terroristas, ambas con nivel verde.
Más temprano, el alcalde de Río, Eduardo Paes, exhortó a que haya una tregua en la ola de protestas, que comenzó a principios de junio y se extendió durante la realización de la Copa Confederaciones, argumentando que el pontífice "no tiene relación alguna" con los problemas del país.
"Yo creo que el papa Francisco no tiene relación directa alguna con los pecados de los gobernantes brasileños, salvo para perdonarlos, si hay confesión", afirmó el alcalde en una rueda de prensa.
"Si alguien quiere quejarse de cosas que tienen que ver con el alcalde, con el gobernador (Sergio Cabral), con la presidenta de la República (Dilma Rousseff) o con el Parlamento, no me parece que el papa Francisco sea la persona más apropiada para escuchar esa manifestación", agregó.
Según la prensa brasileña, el gobierno de Rousseff teme que la masiva presencia en Brasil de medios internacionales para cubrir el primer viaje internacional del papa Francisco puede estimular un recrudecimiento de las multitudinarias protestas ocurridas en junio.
En la ocasión, más de un millón de personas salieron a las calles de ciudades de norte a sur del país para protestar contra la corrupción y contra los millonarios gastos del Estado para preparar el país para el torneo y para el Mundial de fútbol de 2014 y para demandar mejores servicios públicos de educación, salud y transporte.
Las manifestaciones mermaron después del final del torneo, pero no han cesado. La semana pasada, una protesta organizada por centrales sindicales terminó con violentos conflictos entre policía y manifestantes que se concentraban delante del palacio de la gobernación de Río. /DPA