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Unas 50.000 personas tuvieron que abandonar sus casas en los estados brasileños de Pernambuco y Alagoas (nordeste) tras el "temporal" que este fin de semana dejó al menos seis muertos, según datos actualizados el martes por los gobiernos locales.
La mayoría de desplazados se encuentran en Pernambuco, donde 44.801 habitantes tuvieron que refugiarse en hogares de familiares o en edificios públicos debido a los daños causados por las inundaciones en sus viviendas.
Dos personas fallecieron y otras dos continúan desaparecidas, informaron las autoridades, que declararon el pasado domingo 28 de mayo, el estado de calamidad pública en 15 municipios de esta zona.
Las fuertes lluvias provocaron inundaciones, deslizamientos de terreno y caídas de árboles, dañando once sistemas de abastecimiento de agua en Pernambuco y afectando el suministro de más de dos millones de personas.
Alagoas declaró el estado de emergencia en 27 ciudades, donde más de 3.000 familias han sido evacuadas y cuatro personas han fallecido por la “violencia” de las lluvias.
El ministerio brasileño de Defensa envió a 100 militares a la zona para colaborar en las tareas de rescate y limpieza. El presidente, Michel Temer, dispuso el domingo por unas horas, la tensión política que vive Brasilia para visitar las zonas afectadas.
El mandatario autorizó un préstamo de 600 millones de reales (183,4 millones de dólares al cambio actual) del banco de fomento BNDES para concluir cuatro represas, cuya construcción se había anunciado durante el “temporal” que “azotó” al estado en 2010.