El ex guerrillero salvadoreño Raúl Mijango, mediador de la tregua entre las pandillas, aseveró hoy en declaraciones a dpa que el proceso de pacificación continúa y que gracias a ello "la vida de 4.701 salvadoreños se ha salvado".
En el mismo sentido se pronunció el sacerdote católico, Antonio Rogríguez, quien apuntó que la principal fuerza que tiene el proceso de tregua -que data de febrero de 2012- es el pacto de no agresión entre los jóvenes, lo que permite construir las bases para superar la violencia que está vigente en este país centroamericano.
Las principales pandillas rivales de El Salvador suscribieron una tregua en febrero de 2012, a fin de cesar la violencia criminal entre ellas (la Mara Salvatrucha y la Pandilla 18); también se comprometieron a frenar los asesinatos contra terceros.
En los dos últimos meses ha habido un incremento de asesinatos y de extorsiones, lo que ha dado lugar a dudas de si la tregua entre las maras continua o no.
No obstante, Mijango indicó que "algunas acciones del Ministerio de Seguridad que se han desarrollado pretenden revivir prácticas que han demostrado que no ayudan en nada a resolver este problema; volver al manodurismo, en lugar de resolver el problema lo agrava más".
La policía está haciendo batidas nocturnas, así como acciones represivas en los penales, como impedir que los pandilleros tengan medios de comunicación. Se les impidió también hablar con los medios de prensa.
Mijango reiteró que los problemas se solucionan por medio del diálogo, la búsqueda de dirimir los conflictos mediante el uso de mecanismos democráticos y de entendimiento.
En tanto, el sacerdote Rodriguez, quien trabaja en la rehabilitación de pandilleros, afirmó que por medio de la tregua "me parece que se están generando bases para que este problema a largo plazo tenga una mayor fortaleza y que estemos implicados todos".
Por otra parte, el presidente Mauricio Funes defendió el miércoles los resultados de la tregua "en términos de reducción de homicidios", pero recalcó que el gobierno ha participado como facilitador de dicho proceso.
"Los datos son claros, si cuando nosotros recibimos el país teníamos casi 70 homicidios por cada 100.000 habitantes; ahora tenemos una tasa de 30.32 por cada 100.000 habitantes; estamos en el promedio de otros países de América Latina”, expresó Funes.