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Un trabajo especial realizado por El Nuevo Herald dejó en evidencia que las sátiras en contra del Primer Mandatario ya no es una cuestión de risa, alegando que los comediantes se muestran preocupados sobre lo que puede conllevar hacer comedia dentro del país.
Si al comediante Ricardo Del Bufalo se le concediera un deseo en Venezuela, dijo recientemente a su público, sabe exactamente lo que pediría: "solo un día sin chavismo".
En esa fantasía, le dice a la multitud en un centro cultural en el distrito de La Castellana de Caracas, él disfruta de un día completo con electricidad, tiene agua en el grifo, abundancia de comida y calles seguras. Asiste a un concierto de Bruno Mars por la noche, tomándose selfies con el nuevo teléfono inteligente que compró con moneda nacional que canjeó por todos sus dólares.
A las doce de la noche, cuando termina el sueño, Del Bufalo, de 26 años, es devuelto a la Venezuela de hambre, oscuridad y crimen del actual gobernante Nicolás Maduro. "¡Y vendí todos mis dólares!", grita con voz llorona de autocompasión y dice que es la "Cenicienta del chavismo".
A la audiencia le encanta, y estalla en risas. En su presentación, Del Bufalo a menudo apunta su sarcasmo a las actuales condiciones sociales en Venezuela. Tampoco se asusta de burlarse de Maduro y hasta ahora se ha salido con la suya.
Pero como muchos comediantes en la Venezuela de hoy admiten, la sátira política es un asunto cada vez más riesgoso. El gobierno de Maduro ve las bromas contra la clase dirigente como una crítica. Califica la sátira como un comportamiento irrespetuoso castigado con la censura, la cancelación de las presentaciones o incluso la cárcel, dicen los humoristas.
Del Bufalo se refiere a dos bomberos del estado de Mérida que en septiembre publicaron un video en YouTube de un burro caminando por su estación de bomberos, llamando al animal Presidente Maduro. Fueron arrestados poco después.
Oscar Martínez, de 30 años, adopta un enfoque más moderado del humor político y ajusta su acto según la audiencia. "Podría terminar en la cárcel, seguro", dijo sin dudarlo. "En un club puedo soltarme más porque la gente viene esperando que haga bromas políticas. No tanto durante mi programa de radio. Ahí realmente no tengo idea de quién está escuchando".
Por su parte, Claudio Nazoa, de 67 años, quien acaba de terminar una gira nacional, admite que durante sus shows aplica una dosis de autocensura. "Necesitas ser prudente y atrapar al gobierno con un humor inteligente y respetuoso. Pueden sentir que te estás burlando de ellos, pero no tienen ninguna prueba real", dijo.
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2019-01-02
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