Si bien el jamón planchado, suele encontrarse en estas tierras con frecuencia durante todo el año, en diciembre se hace estrella, el jamón planchado es parte de las cenas de Navidad y año nuevo, se come frío o caliente, y se caracteriza por su delicioso sabor ahumado y dulzón.
El gusto por el jamón lo trajeron los españoles durante la colonización. Y, aunque aquí trajeron ganado porcino para la cría, para el siglo XIX, la mayoría de los jamones venían del exterior. Hacia el año 1883 era famoso el jamón York. Las tres marcas de jamón más conocidas eran la de Westfalia, que venía de Alemania, la de York, de Morton, que venía de Inglaterra y Ferrys, que venía de Estados Unidos. Otra de las presentaciones que se conoce es la que viene influenciada por los estadounidenses “a la Hawaiana”, con rueda de piña y cerezas. La primera referencia periodística sobre las ofertas de jamón de las casas comerciales de Caracas corresponde al jamón de Westfalia, que era importado desde 1852. Cuatro años más tarde, en 1861, también se traía un jamón que simplemente se llamaba “americano” y que debía tratarse del Ferrys.
Para la Navidad de 1863, y para las festividades de año nuevo que seguía; el restaurante El Ferrocarril del Este, situado en la Parroquia El Recreo, ofrecía, entre otras cosas el jamón planchado. Que se sepa, ésta es la primera referencia hemerográfica que hay sobre esa preparación en Caracas. Su curioso nombre se debe a que, en su receta original, después de cocido se lo recubre con una capa de papelón y se le pasa una plancha por toda su superficie.
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