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¿Adiós al efectivo?: las nuevas tecnologías y el fin del dinero

Sabado, 16 de febrero de 2013 a las 07:30 pm
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El dinero en efectivo está sufriendo serios reveses, y su sustituto podría existir solo en nuestras pantallas.

La semana pasada, Canadá acuñó su último penique. Las países de la eurozona trabajan para restringir los pagos en efectivo, y la moneda electrónica Bitcoin esta en pleno auge.

Empresas tecnológicas como Square y iZettle se han embarcado en una misión antiefectivo, mientras que varias ONG, gobiernos, el Banco Mundial, pequeños comercios, multinacionales, desarrolladores de aplicaciones, hippies, liberales y gente de derecha, todos tienen agendas en las que incorporan alternativas al efectivo, y todos están intentando avanzar en el tema.

Pero, como el mito de los autos voladores, las predicciones de un mundo sin efectivo tienen un largo historial de no cumplirse.

Esto es en parte debido a que el progreso se produce en fases lentas, y en parte porque el dinero físico es una tecnología que ha funcionado satisfactoriamente a lo largo de muchísimo tiempo.

Es rápido, aceptado ampliamente, anónimo y útil para contabilidad clásica y cuando falla la electricidad.

Y aun así, poderosas fuerzas se están alineando contra él.

Las iniciativas antiefectivo nos muestran una imagen de cómo sería un futuro sin dinero, e iluminan la promesa del dinero digital, sin tener en cuenta qué pasará con la moneda corriente tal como la conocemos hoy en día.

Más rápido, más barato…

La guerra contra el efectivo viene principalmente de tres frentes: las nuevas tecnologías, el escepticismo sobre la administración de las monedas soberanas y el creciente entusiasmo en las formas de pago alternativas, y un mayor escrutinio sobre el costo del uso de las monedas físicas.

Entre los costes estarían: los esfuerzos por combatir el fraude y las falsificaciones, los camiones blindados, la seguridad bancaria, la evasión de impuestos, y otros crímenes relacionados con las monedas corrientes.

Las innovaciones en dinero digital, particularmente las herramientas relacionadas con los teléfonos celulares, ofrecen formas más fáciles y rápidas de pagar cuentas, comprar y vender productos, enviar y recibir dinero y hacer transferencias bancarias.

Las monedas alternativas, mientras tanto, se están moviendo desde la periferia al centro del debate, a medida que más y más gente se preocupa por el valor a largo plazo de las monedas corrientes.

La angustia frente a las monedas del gobierno ha hecho que la gente tradicionalmente se refugiase en el oro, y para muchos devotos del preciado mineral éste sigue siendo el único valor seguro, y para siempre.

Pero el oro no es la encarnación del valor. Es tan solo otro producto, aunque con una importancia histórica capital.

Todos los que apoyan este hecho, pero aun así desconfían de las monedas atadas a un banco central, buscan alternativas locales y en el mundo online, o electrónicas, como Bitcoin.

Pero el aspecto quizás más importante de esta revolución monetaria es el reconocimiento de que los costes del uso de efectivo afectan principalmente a la gente que menos dinero tiene.

¿Cuándo fue la última vez que vio a un rico usar un cheque, mandar dinero a través de Western Union, o visitar a un prestamista?

El dinero en efectivo es caro no solo por el riesgo de que te roben al salir de un cajero automático, perder tus ahorros en un incendio, una inundación o por una pareja abusiva, es también caro por lo que se gasta en tiempo, comisiones y costes de oportunidad.

Para la mayor parte de la gente este costo es, principalmente, nominal.

Pero para miles de millones de personas que subsisten con US$2 al día, no lo son.

Hacia la tecnología móvil

Las herramientas digitales proveen a millones de personas en todo el mundo con la oportunidad de evitar el efectivo. Y muchas la aprovechan.

Mucha gente está almacenando valor y haciendo transacciones por medios electrónicos en sus teléfonos celulares.

Por primera vez, gente atrapada en la economía informal puede evitar a prestamistas locales sin escrúpulos, ahorrar tiempo y dinero y beneficiarse de los servicios financieros básicos que todo el mundo da por hecho.

Y así se recluta a una mayor cantidad de gente para que participen en la llamada economía formal.

De hecho una cuenta bancaria, recibos electrónicos, pagos persona a persona, el acceso al crédito y a seguros… Todas estas herramientas de estabilidad económica dependen del dinero electrónico en alguna forma.

Sin todas estas oportunidades es mucho más difícil salir de la pobreza de manera permanente.

Realmente no importa demasiado si la marginalización del efectivo lleva a su extinción, lo que realmente importa es el potencial del dinero electrónico para mejorar las condiciones de vida de tantas personas. /BBC MUNDO

 

(MM)