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Cada vez es más habitual recurrir a la naturaleza para resolver los problemas de optimización a los que se enfrentan los especialistas en el área de computación.
Investigadores de la Universidad de País Vasco y la Universidad Politécnica de Cataluña se han fijado ahora en un anfibio para crear nuevos algoritmos computacionales: la rana arborícola japonesa.
Los machos de esta especie emiten sus cantos para atraer a las hembras, que así reconocen el origen de la llamada y localizan al pretendiente. El problema surge cuando dos o más machos están demasiado cerca y cantan a la vez. En ese caso, las hembras quedan confundidas y no pueden determinar de dónde proceden las llamadas.
Por esta razón, los machos han tenido que aprender a desincronizar sus cantos, es decir, a no cantar al mismo tiempo, para que las hembras los puedan diferenciar y así elegir al individuo más dotado.
“Este proceso es un buen ejemplo de autoorganización en la naturaleza, que nos ha servido para desarrollar los algoritmos bioinspirados”, explica Christian Blum, profesor Ikerbasque de la UPV/EHU.
El equipo ha utilizado esta herramienta matemática para resolver problemas de computación relacionados con grafos, un conjunto de nodos unidos por enlaces que representan gráficamente sus relaciones. Por ejemplo, la red de metro o las relaciones de amistad entre las personas se pueden representar mediante grafos. Con información de Agenciasinc.
2015-10-05