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El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) lo acuñó como el "internet de las cosas". Sin embargo, su desarrollo choca con la saturación del espectro de radiofrecuencia de las redes wifi. La popularización del uso de dispositivos permanentemente conectados ha obligado a buscar nuevas soluciones.
El científico de la Universidad de Edimburgo, Harold Haas, descubrió en 2011 que la luz de un solo LED (diodo emisor de luz) era capaz de transmitir más datos que una antena de telefonía. Las pruebas en el laboratorio han logrado una velocidad de transferencia de archivos de hasta 224 gigabits por segundo. Esto supondría descargar en un chasquido 18 películas. Se estima que en el año 2019, el tráfico mundial de datos se incrementará hasta los 24,3 exabytes al mes (24.300 millones de gigabytes). El desarrollo de conexiones por luz directa (también conocida como lifi) es solo el antecedente de una revolución muy próxima.
La principal diferencia con el wifi es que siendo las dos ondas electromagnéticas para transportar los datos, la LiFi lo hace a través de la luz visible y no por microondas. Se supera así el problema de la saturación del espectro de radiofrecuencia que reduce la velocidad de las actuales conexiones. El obstáculo para la implantación de las ciudades inteligentes ya no existiría.
Aún no está comercializado, pero ya hay empresas que tienen previsto poner en el mercado soluciones basadas en esta tecnología./EP
31-12-2015