Un ataque de pánico equivale a una alarma que lanza el cuerpo, que se activa ante cualquier señal de peligro, sea real o no.
Esta respuesta se puede generar por diferentes razones, ya sea por estrés intenso, la genética, desequilibrios en la química del cerebro o antecedentes de eventos traumáticos.
Es importante diferenciar entre tener un ataque de pánico ocasional y padecer un Trastorno de Pánico, el cual se diagnostica cuando los ataques son recurrentes e inesperados, y la persona desarrolla una preocupación constante sobre la posibilidad de sufrir más ataques o cambia su comportamiento para evitarlos.
Los psicólogos son los profesionales destacados para tratar estos trastornos, aunque en algunos casos es necesario consultar con un doctor, para descartar cualquier patología que a veces puede confundirse con ataques de pánico.
¿Qué es un ataque de pánico?
Ese tipo de ataque es un episodio repentino e intenso de miedo, terror o malestar que alcanza su máxima expresión en cuestión de minutos.
El psicólogo Sebastian Carreño indicó a 2001 que no hay una causa ni explicación exacta de por qué se producen los ataques de pánicos, más allá de que es una combinación de distintos factores, a veces hasta más de dos.
Por ejemplo, en muchos casos, los períodos de estrés intenso son detonantes de ataques, como atravesar los duelos, divorcios, enfermedades, problemas laborales, o similares.
Igualmente, un suceso traumático puede sensibilizar el sistema nervioso.
De tal manera, se cataloga como una activación masiva de la respuesta de estrés, preparando al cuerpo "para una amenaza que no está presente", explicó.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas de un ataque de pánico a menudo hacen que la persona piense que está en peligro de muerte o "volviéndose loca".
Si alguien está atravesando un ataque de pánico, su corazón late acelerado o muy fuerte, sufre de escalofríos o temblores, siente que le falta el aliento y/o mucho dolor de pecho.
En cuanto a los síntomas emocionales, que pueden cruzarse con los físicos, sienten miedo a perder el control, el entorno parece extraño o irreal y pueden sentirse como un espectador de su propio cuerpo o procesos mentales.
"La duración de un ataque suele ser de 5 a 20 minutos, aunque en casos poco frecuentes puede prolongarse más", compartió el psicólogo.
La persona suele sentirse exhausta después del episodio.
¿Cómo actuar ante esta situación?
Saber qué hacer puede ayudar a acortar la duración del ataque y reducir su intensidad.
Principalmente, los psicólogos recomiendan tratar de "poner los pies en la tierra", es decir, aceptar que no es real y que se trata de algo peligroso que realmente no presenta ningún peligro.
Además, el síntoma de hiperventilación a menudo empeora los demás síntomas, por lo que es importante exhalar lentamente.
Hay una técnica conocida como Anclaje a la Realidad (5-4-3-2-1). Para ello, la persona que atraviesa un ataque de pánico debe de nombrar cinco cosas que puede ver, cuatro cosas que puede tocar, tres cosas que puede oír, dos cosas que puede oler y una cosa que puede saborear.
Si los ataques de pánico son recurrentes y afectan la vida diaria, la intervención profesional es crucial, por lo que debe visitar un psicólogo o psiquiatra.
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