Armando Altuve
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La compleja situación economica del país, caracterizada una inflación que ha dejado corto el poder adquisitivo, ha motivado a gran parte de los venezolanos a “rebuscarse” o “matar tigritos” en otras actividades que le permitan tener un ingreso adicional al salario. Recurrir al ingenio y a explotar otras capacidades es la opción viable.
Mary Barroeta es periodista y su “rebusque” ante el costo de la vida es hacer tortas. Ella realizó un curso de repostería y empleó sus conocimientos para obtener un dinerito extra que le permitiera cubrir sus gastos.
“Un día vendí 4 tortas completas, pero en los días siguiente se complicó un poco porque no conseguí azúcar”, comenta Barroeta, quien asegura que en una semana puede ganarse Bs. 1.500. Los precios de sus bizcochos oscilan entre Bs. 150 y Bs. 170.
Sabe que al comercializar torta no gana “una millonada”. “Del dinero que obtengo la mitad lo guardo en una caja chica para comprar los ingredientes, y el resto en una cuenta. Ese dinero me sirve para cubrir otros gastos”, resalta la periodista.
Jhonayro Sarramera labora como escolta en una reconocida empresa de refresco. Asegura que devenga un salario mensual de 40 mil bolívares. Si bien es un sueldo alto, explica que se le disuelve en un mes por sus gastos que rondan en Bs. 60 mil.
“Por ejemplo, arreglar la moto es costoso. Nada más en los dos cauchos se me van 35 mil bolívares”, indica.
Sarramera dice que tiene tres hijas que estudian en colegios privados y el gasto en la educación de sus pequeñas sobrepasa los 5 mil bolívares.
Para contrarrestar los efectos de la inflación, Sarramera da clases de manejo de motocicleta y, cuando puede, también “le mete a la construcción”. “Ahorita, a pesar de tener un sueldo más o menos, no me alcanza. Todo cada día es más caro y los precios suben de un día para otro”, cuestiona.
Otro de los casos de “rebusque” cotiadiano lo protagoniza Coromoto Carrillo, quien todos los días “monta su puesto” de alquiler de teléfono y venta de cigarrillo para llevar la arepa a su hogar.
Carrillo tiene una discapacidad motora y le ha costado conseguir un empleo formal. “Con las ventas me gano uno 3 mil a la semana, no me quejo porque me alcanza y los clientes suelen venir siempre, por eso la venta es buena”, asegura Carrillo, quien tiene su puesto en la avenida Lecuna de Caracas.
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