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Con casi 800 metros, el Paseo Anauco es una zona muy insegura. Las drogas, la indigencia y el crimen se esconden en los puentes del tramo.
El trayecto comienza en la avenida México de Bellas Artes y termina en la avenida Panteón. El paseo fue reinaugurado en 2014 por la Alcaldía de Libertador pesando en el esparcimiento para los caraqueños. Hoy en día no es ni la sombra de eso. Los robos a mano armada y la basura son comunes.
“No hay policías que nos protejan”, señaló Magaly Delgado, vendedora de un puesto de frutas desde hacía 30 años en la avenida.
Ella, y los demás comerciantes, denunciaron los robos y hurtos que han sufrido en los quioscos donde dejan sus mercancías. Aseguraron que los maleantes han saqueado por completo los productos expendidos. Afirman que funcionarios de seguridad no los ayudan.
Detalles. En la entrada del Paseo Anauco, por la avenida México, la fachada es impecable, sin basura. Los quioscos de flores y restaurantes son una llamativa ventana a un trayecto que, paso tras paso, se vuelve más sombrío.
Para abril de 2016, el paseo tuvo una remodelación, donde se incorporó un ciclo vía que da hasta la altura de la avenida Urdaneta. En ese entonces, el alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, afirmó que se invirtieron Bs 127 millones, que fueron usados tanto para el arreglo de la vía como para la seguridad.
“El proyecto se hizo, es verdad, pero ahora son muy pocos los policías que se ven en la zona, y por eso muchos choros se la pasan aquí”, relató uno de los vendedores, quien prefirió no ser identificado.
Explicó que los planes realizados solo fueron una fachada que se deteriora con la proliferación de la delincuencia.
“La verdad es un lugar agradable para pasar el rato, pero después de las 6:00 de la tarde, es mejor ni acercarse”, agregó el comerciante.
Luego de pasar por la avenida Urdaneta, desde el Paseo Anauco, el ambiente se vuelve más tétrico. Bolsas de basuras rotas, olores pestilentes y toda una escena sacada de una película de terror aparece ante los ojos de los visitantes.
Los habitantes de la zona han tratado de mantener el lugar, pero debido al alto índice de indigentes que viven debajo de los puentes, sumado a los adictos a estupefacientes y delincuentes que merodean la zona, hace que sea imposible poder dar una buena mano a la zona. Al final del camino, hay una cancha de baloncesto rehabilitada en octubre del 2016, que – hasta ahora- es el único foco luminoso al final del paseo.
Fotos: Ricardo Zapata
2017-03-30