José Gregorio Hernández Cisneros, nació en la pequeña localidad de Isnotú, en el estado Trujillo, en el centro-oeste de Venezuela, el 26 de octubre de 1864. Fue el primero de seis hermanos, hijo de Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla. Pronto destacó en los estudios y fue enviado a Caracas, donde se graduó en Medicina con excelentes calificaciones en la Universidad Central (UCV).
Según sus biógrafos, destacó por sus aportaciones al desarrollo de la medicina moderna en Venezuela, la generosidad con la que atendió a pacientes de bajos recursos y su fe religiosa.
Completados sus estudios, prefirió regresar a su pueblo natal para atender allí a sus pacientes. Los médicos rurales como él tenían que lidiar en la Venezuela de finales del XIX y comienzos del XX con enfermedades como la tuberculosis o el paludismo, muy extendidas entre la población.
Hernández obtuvo una beca para completar sus estudios en París, entonces a la vanguardia de la ciencia médica. Allí conoció avances que llevaría a su país.
El doctor Hernández destacó como docente e investigador, pero lo que le hizo ganar fama entre los sectores populares fue su labor en la consulta, ya que atendía gratuitamente a los enfermos pobres.
Se le atribuye haber introducido el microscopio y haber sentado las bases de la Bacteriología y otros campos científicos hasta entonces apenas desarrollados en Venezuela.
El doctor Hernández era también un ferviente católico y por dos veces intentó ordenarse sacerdote. En 1908 fue admitido en el monasterio de Cartuja de Farneta, en la Toscana, Italia, pero a los pocos meses mostró síntomas de una enfermedad respiratoria que aconsejaron su regreso a Caracas.
Un segundo intento en un seminario romano en 1913 terminó de la misma manera.
Ya asentado en Venezuela desarrolló una amplia labor clínica e investigadora, e incluso completó un tratado de filosofía.
El 29 de junio de 1919 murió atropellado en una céntrica calle de Caracas por uno de los pocos automóviles que circulaban por Venezuela en aquel entonces.
Al poco de morir, José Gregorio Hernández comenzó a convertirse en objeto de devoción para muchos en Venezuela.
Los restos del médico José Gregorio Hernández, del que muchos venezolanos son fervorosos devotos, serán exhumados este lunes 26 de octubre, un paso necesario antes de la beatificación autorizada por el Papa Francisco.
Este es un requisito exigido por el Vaticano para constatar si allí está enterrado el futuro beato y verificar si todo coincide con el acta que se redactó tras una primera exhumación en 1975, según detalló la Conferencia Episcopal Venezolana.
En aquel año, los restos de José Gregorio Hernández fueron trasladados del Cementerio General Sur en Caracas a la céntrica iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, donde reposan actualmente.
Durante el acto, médicos patólogos, especialistas y los fiscales jurídicos de la Iglesia, que actúan como testigos forenses, inspeccionarán los restos del médico que, si se cumplen los planes, será beatificado en el primer trimestre del 2021.
Pronta beatificación
Los especialistas extraerán reliquias denominadas “de primer grado”, que consisten en pequeños fragmentos de huesos, para ser enviadas a cada diócesis y arquidiócesis del país, así como a Roma.
El acto será transmitido en vivo por el canal de Youtube de la Arquidiócesis de Caracas y por el canal de televisión Vale TV, a las 10 de la mañana de este lunes, a 156 años del natalicio del futuro beato, conocido como “el médico de los pobres”.
Médico de los pobres
Por eso, ya es considerado un santo entre los más humildes de Venezuela y buena parte de la América andina, donde se le atribuyen numerosos milagros y donde los feligreses piden hace años su intervención para curarse de todo tipo de problemas médicos.
Como médico, trabajó en el comité de expertos venezolanos que trabajaron para mitigar la expansión de la pandemia denominada “gripe española”, razón por la que muchos feligreses han acudido a él para pedirle que interceda y libre al mundo de la COVID-19.
El Papa Francisco ha reconocido uno de los milagros que se le atribuyen y se remonta al 15 de marzo de 2017, cuando la niña Yaxury Solórzano Ortega, de 10 años, recibió un tiro en la cabeza durante un asalto a su padre.
Los médicos informaron a sus padres que iba a fallecer, su madre rezó a José Gregorio y Solórzano se curó, según la versión de los familiares.
2020-10-26
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