EFE
Los artesanos marroquíes, que dan vida a un sector crucial para la economía del país, viven desde hace meses sus peores momentos debido a la crisis del coronavirus, que ha acarreado una caída de la producción de un 70 por ciento.
"Abro mi tienda para ventilarla, porque no vendo nada", dice a Efe el comerciante Abdellatif al Chekrouni en su local de la medina de Rabat, vacío como todos los de su entorno.
Al Chekrouni, que vende desde bolsos de cuero hasta alfombras de lana, explica la disminución de las ventas por el desplome del turismo en el país, pues la pandemia ha revelado un hecho evidente: el sector, que supone un 6,7% en el PIB del país, depende de los visitantes extranjeros.
Pese a que el 80 por ciento de la producción del sector de artesanía está destinada el mercado interno, lo cierto es que los turistas extranjeros (13 millones en 2019) son los mayores consumidores de los productos artesanos que encuentran en zocos y bazares.
Esta vinculación ha empeorado aún más la situación del sector, ya que Marruecos ha cerrado sus fronteras este año durante seis meses como medida preventiva contra la propagación del coronavirus.
"Se me ha estropeado buena parte de la mercancía por los tres meses en que estuvimos cerrados durante el confinamiento, y el Estado ni nos ha ayudado, ni se ha preocupado por nosotros", lamenta Al Chekrouni.
Y aunque el pasado 6 de septiembre el Gobierno decidió una reapertura condicionada de sus fronteras para los turistas (con un test PCR obligatorio), su llegada se está registrando con cuentagotas y por el momento solo en la ciudad de Marrakech.
2020-10-28
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