EFE
Los habitantes de la ciudad chilena de Talca, cumplen esta noche una de las tradiciones más extrañas que existen en el mundo para despedir el año viejo y recibir el nuevo: en el Cementerio, junto a sus parientes ya fallecidos.
Con las campanadas de medianoche, unos cinco mil talquinos, según las autoridades del Cementerio Municipal, iluminan las tumbas con velas, las adornan con flores destapan licores espumantes, lanzan cotillón al viento, bailan y brindan en recuerdo de sus difuntos.
La curiosa celebración viene ocurriendo desde fines de los años 80, cuando nació la costumbre en la ciudad, situada a 260 kilómetros al sur de Santiago y capital de la región del Maule.
Aunque las esperas del año nuevo en el cementerio son más antiguas en otras ciudades de Chile, como Iquique (norte) o Valparaíso (centro), en ninguna se ha masificado tanto como en Talca, donde hace casi 30 años, cuando murió Julio Opazo Silva, un antiguo funcionario del camposanto.
Sus deudos quisieron estar junto a su tumba en año nuevo y se infiltraron en el cementerio escalando los muros portando flores, velas, botellas de licor y un receptor de radio portátil para celebrar junto a la tumba de Julio.
Unos años después entraban por la puerta, autorizados por la Administración y poco a poco se fueron sumando otras familias que colmaban el lugar de música bailable, villancicos, brindis y chocar de copas.
Al cabo, la Municipalidad optó por abrir las puertas de la necrópolis y desde 1998 la celebración es pública y masiva desde las 23.00 hora del 31 de diciembre (02.00 GMT del 1 de enero).
"Comenzamos con una pequeña liturgia en el frontis del cementerio, con la presencia del alcalde y algunas otras autoridades del municipio. El lugar estará abierto hasta las 02.00 de la mañana" (05.00 GMT), dijo al diario local El Centro Joaquín Morales, jefe del Departamento Operativo del camposanto.
Talca, donde el 12 de febrero de 1818 el general Bernardo O’Higgins firmó la declaración oficial de la independencia de Chile, es valorada superlativamente por sus habitantes, que desde tiempos antiguos acuñan la frase "Talca, París y Londres", para resaltar la importancia de su ciudad, pero en el contexto chileno recibir el año nuevo en el cementerio no resulta tan extraño.
Después de todo, Chile es uno de los escasos países donde la Navidad se llama Pascua y el regordete anciano que reparte regalos a los niños no es Santa Claus, Papá Noel o San Nicolás, sino el Viejo Pascuero o, y en el que el trago más típico de las fiestas de fin de año se llama "Cola de Mono".