Agencia DPA
Un anciano uruguayo de 83 años cambió su casa por un nicho en el cementerio de su localidad para no dejarle herencia a sus sobrinos que "nunca se ocuparon" de él.
El hecho ocurrió en Villa del Carmen, un pequeño poblado del departamento de Durazno, en el centro de Uruguay, a unos 200 kilómetros de Montevideo, y hoy tomó estado público a través de medios locales.
Elbio Francia contó que hizo el ofrecimiento al municipio local, que lo aceptó, y que "fue una decisión pensando en la última morada", ya que "la muerte es un sueño eterno".
"Lo que quiero es que mis sobrinos no intervengan para nada el día que yo falte. Ellos nunca han mostrado interés en mi persona", agregó el promotor de ese poco común negocio.
Francia contó que siempre le gustó vivir en el campo y que cuando empezó a ser mayor planeó pasar el resto de su vida tranquilo en una casa como siempre soñó, con agua potable, aljibe con agua natural y dedicarse a leer y escribir. Cuando el hombre muera el municipio tomará cuenta de la propiedad.