En Enschede, Holanda, existe un parque público donde el artista Bill Fontana colocó en el 2009 una instalación donde los paseantes pueden escuchar agradables sonidos de aves (un curioso simulacro o una crítica a la pérdida de naturaleza en las ciudades.) Sin embargo, alguien ha estado jugando con el programa que controla la instalación.
Desde hace unos días los placenteros cantos de las aves han sido reemplazados por gritos y gemidos de películas pornográficas, generando reacciones entre los paseantes que van desde lo divertido hasta lo preocupado.
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Domingo 8/09/2013