Ricky Martin revela cómo su papel en Palm Royale lo obligó a enfrentar su pasado de ocultar sus intereses familiares

El cantante confesó que durante unos años “desaparecía” cada Navidad 

Viernes, 21 de noviembre de 2025 a las 02:05 am

Ricky Martin está viviendo un momento de introspección profunda gracias a su papel como Robert Diaz, un hombre gay en la serie Palm Royale de Apple TV+. La ficción le ha dado la oportunidad de reencontrarse con partes oscuras de su propia vida, especialmente con el miedo y la soledad que vivió antes de revelar su sexualidad al mundo.

En varias entrevistas recientes, el artista confesó que solía “desaparecer” durante las celebraciones de Navidad para evadirse de su realidad.

Entre 2003 y aproximadamente 2009, justo alrededor de su cumpleaños, que coincide con Nochebuena, Martin viajaba a Ámsterdam cada año para estar completamente solo, desconectado y libre de las expectativas mediáticas. En esos momentos, según él, su objetivo no era la fiesta ni los excesos, sino más bien encontrar un refugio íntimo en el que pudiera fumar, relajarse y no tener que explicar nada a nadie.

Un papel que resonó con su historia personal

En Palm Royale, Martin interpreta a un hombre gay que vive en el closet en la Palm Beach de finales de los años sesenta, justo en una época donde la aceptación social era prácticamente inexistente. Su personaje vive un amor prohibido, escondido, y eso le resultó profundamente familiar: el cantante admitió que su propia experiencia de ocultamiento fue una forma de supervivencia. 

Interpretar a Robert Diaz, explicó, “me obligó a mirar para adentro”, a recordar esos momentos en los que él mismo se escondía de su fama y de los juicios del mundo. Esa vulnerabilidad en pantalla es, para él, una forma de rendir homenaje a su historia y al camino que le llevó a aceptarse por completo.

Las escapadas a Ámsterdam: su refugio secreto

Durante seis años seguidos, Ricky Martin desaparecía de su vida pública en Navidad. En lugar de pasar tiempo con su familia durante el 24 de diciembre, tomaba un vuelo a Ámsterdam, lejos de las luces y cámaras, para estar solo. “Iba allí para fumar mi porro, para descomprimir, para simplemente existir sin ser observado”, relató en una entrevista. 

En ese refugio silencioso, lejos de las expectativas, pudo permitirse bajar la guardia. Lo que muchos podrían imaginar como una escapada glamurosa no era más que un acto de supervivencia: una necesidad de desconectarse y no tener que dar explicaciones ni fingir. Ahí, en su soledad, encontraba algo de paz.

El momento de romper el silencio

En 2010, a los 35 años, Ricky Martin decidió escribir una carta para salir del clóset públicamente. Publicó el texto en su sitio web y lo compartió en redes: “Soy un hombre homosexual afortunado”, decía con orgullo. 

Pero más allá del acto valiente, confesó que al pulsar “enviar” sintió una oleada de emoción que lo hizo “llorar como un bebé”. Fue un momento de liberación, de alivio, y también de reflexión: se preguntó por qué no lo había hecho mucho antes. 

El apoyo familiar y el valor de su verdad

Ricky también recordó la influencia decisiva de su padre en ese proceso de revelación. Según contó, su padre, psicólogo de profesión, lo impulsó a vivir con transparencia: “¿Qué le vas a enseñar a tus hijos si sigues ocultando quién eres?”, le dijo. 

Ese empujón fue clave para que Martin finalmente se decidiera a mostrar su verdad. A pesar de las advertencias de su equipo, que temía que su carrera se viera afectada, él entendió que su verdadera libertad dependía de ser honesto consigo mismo y con los demás.

 

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