La sospecha de que las autoridades españolas ocultaron nombres de deportistas destacados entre los clientes del médico Eufemiano Fuentes planeó hoy sobre el juicio de la Operación Puerto.
El letrado Ignacio Arroyo preguntó directamente al agente instructor de la Guardia Civil que dirigió la famosa redada antidoping en mayo de 2006 si había "cribado" nombres junto al entonces máximo responsable del deporte español, Jaime Lissavetzky.
"¿Me está acusando de algo?", respondió molesto el testigo, que sí había admitido anteriormente que había hablado con el jefe del Consejo Superior de Deportes (CSD) sobre el informe que elaboró tras desmantelar la red de doping liderada por el médico Eufemiano Fuentes.
"¿Hicieron un cribado de deportistas?", repreguntó el abogado de Manolo Saiz, ex director deportivo del equipo ciclista Liberty Seguros, que sospecha que la operación fue circunscrita al ciclismo, y más concretamente a su escuadra, con el objeto de lograr un éxito político en la lucha contra el doping.
El agente admitió que tras la redada en la que se incautaron de unas 200 bolsas de sangre, productos dopantes y numerosos documentos, elaboró un informe con sus averiguaciones y lo remitió a las autoridades deportivas gubernamentales antes de ponerlo a disposición del juzgado instructor del caso.
La Operación Puerto se llevó a cabo a finales de mayo de 2006, pocos días antes del inicio del Tour de France de ciclismo. La carrera apremió al gubernamental CSD, entonces dirigido por el socialista Lissavetzky, para que revelara corredores implicados.
Numerosos ciclistas fueron apartados de aquella carrera poco antes de empezar por su relación con el caso. Hasta 50 corredores cayeron posteriormente bajo sospecha de doping, pero pocos fueron sancionados, ya que la Justicia española se negó a facilitar las pruebas recabadas para imponer penas deportivas.
Esa decisión le granjeó a España fuertes críticas desde el exterior, donde a menudo se denunció el intento del gobierno de ocultar datos.
El presunto líder de la trama, Fuentes, aseguró la pasada semana en su declaración que entre sus clientes había "deportistas de todo tipo".
Sin embargo, el informe de la Guardia Civil sólo identificó a ciclistas entre los "alias" con los que el médico marcaba las bolsas de sangre que utilizaba para las autotransfusiones.
El abogado de Saiz, que sigue una línea de defensa distinta a la de los otros cuatro acusados -Fuentes, su hermana Yolanda, Vicente Belda e Ignacio Labarta-, pidió al testigo que identificara otros nombres en clave como "Urco" y "MZD", que parecen corresponder a atletas, o como "Jandro", que en los documentos aparece como receptor de dinero por parte de la trama.
Arroyo preguntó también al agente por las siglas "Rsoc" que aparecen en varios de los documentos incautados. Esas siglas se relacionaron hoy con el equipo de fútbol español Real Sociedad, después de que el ex presidente del club Iñaki Badiola asegurara en una entrevista con el diario "As" que durante años el club pagó con dinero negro productos dopantes a Fuentes.
Visiblemente molesto por las preguntas sobre otros deportes de los abogados, el agente, que declaró bajo la atenta mirada de un superior desde los asientos del público, aseguró que identificar a todos los clientes de Fuentes no era el objeto de su investigación.
"En ningún caso se hizo una identificación de todos los clientes, no era objeto de la investigación", aseguró. "Que haya o no más deportistas involucrados no es nuestra competencia. Nosotros investigábamos delitos contra la salud pública".
Las bolsas incautadas en la operación estaban identificadas con códigos secretos y pseudónimos. Las identidades de algunos de ellos fueron deducidas por la Guardia Civil, explicó el testigo, pero sólo cuatro pueden ser señalados sin género de duda: Oscar Sevilla, Constantino Zaballa, Santiago Botero y Jörg Jaksche.
Los cuatro fueron identificados por los agentes mientras vigilaban a los implicados en lugares donde se realizaban extracciones de sangre en Madrid. "Del resto yo no puedo asegurar a ciencia cierta si están detrás de un código", admitió.
El agente desmintió en cualquier caso que, como dijo Fuentes la pasada semana, exista una agenda con la que el médico podía identificar esos códigos secretos. "No había ninguna libreta que identificase números o pseudónimos con nombres y apellidos", aseguró.
A juicio del testigo, el grupo no manipulaba la sangre que almacenaba con plenas garantías, pues la mantenía en neveras y congeladores que no tenían dispositivos de alarma o generadores alternativos en caso de que se fuera la luz.
El traslado de las bolsas tampoco se hacía de acuerdo al protocolo médico. "Se utilizaban mochilas térmicas como las que lleva la gente a la playa con las bebidas frías", denunció. /DPA
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