Las amenazas comunes han impulsado un salto en la cooperación policial y de seguridad entre Marruecos, España, Francia y Portugal, cuyos ministros del Interior firmaron hoy en la capital marroquí una "Declaración de Rabat" para plasmar este nuevo espíritu.
"No es un catálogo retórico de medidas", ya que contiene compromisos concretos y refleja "la voluntad política (…) de combatir las lacras que tanto daño hacen a nuestras sociedades", explicó el ministro español del Interior, Jorge Fernández Díaz, en rueda de prensa tras la firma de la declaración.
Articulada en cuatro ejes -gestión de flujos migratorios, narcotráfico, terrorismo y cooperación policial-, el documento recoge el compromiso de reuniones anuales o semestrales (en el caso de la lucha antidroga) de los responsables de los cuatro países.
Los cuatro ministros se felicitaron por la conclusión de este acuerdo que no supone sino una ampliación de las ya estrechas relaciones existentes a nivel bilateral entre sus respectivos países, y que pone especial énfasis en la necesidad de compartir información y datos en poder de los distintos servicios policiales.
En el caso de la lucha antidroga, el documento recoge la voluntad de los países de "reducir los plazos medios de respuesta a las solicitudes formuladas por cada uno de nuestros países", en alusión a la necesidad de acelerar ese flujo de información.
Sobre la emigración irregular, se "reforzará la cooperación en el ámbito de la readmisión", algo que en el pasado no ha funcionado, particularmente entre Marruecos y España, ya que Rabat se niega con frecuencia a admitir a emigrantes expulsados de España alegando que no hay constancia de que hayan accedido al suelo español desde territorio marroquí.
Los firmantes pusieron el acento de que con este esfuerzo común ante las amenazas compartidas no se busca sino "afirmar valores comunes" -como dijo el ministro francés, Manuel Valls- y "luchar contra fenómenos que tienen un efecto corrosivo en nuestras sociedades", en palabras del portugués Miguel Macedo, quien destacó que el fin último es "garantizar nuestras libertades".
En la rueda de prensa ofrecida por los cuatro ministros los periodistas se mostraron particularmente interesados en si la "excelente cooperación" tan repetida se iba a plasmar en el envío de soldados a Mali junto a los franceses, que lideran una operación para expulsar a las milicias salafistas del norte del país.
Al respecto, el ministro español recordó que el apoyo de su país se concreta "en aportación de material para el transporte de tropas africanas y facilidades de sobrevuelo", aunque dijo que "la evolución de los acontecimientos (puede) hacer necesario otro tipo de cooperación".
"Se trata de evitar un nuevo Afganistán en África", dijo Fernández Díaz, una idea que también fue repetida por el ministro francés.
Tampoco el ministro marroquí, Mohand Laenser, fue mucho más concreto a la hora de plasmar su ayuda, más allá de expresar su disposición a "ayudar a toda iniciativa para restaurar la integridad territorial y las instituciones legítimas de Mali".
Laenser reconoció la preocupación de su gobierno por la multiplicación de comandos terroristas que envían jóvenes yihadistas a combatir a Siria o Mali "y el peligro que supone lo que puedan hacer a su vuelta" a Marruecos.
El ministro francés Valls tomó la palabra en varias ocasiones para justificar la intervención de su país en Mali, una "intervención legítima y justa" sin la cual "hoy Bamako estaría en manos de los grupos terroristas y criminales".
Valls negó que su país haya intervenido en Mali para proteger sus intereses: "Mali es uno de los países más pobres del mundo; ¿cuáles serían nuestros intereses económicos, aparte de proteger a los 6.000 nacionales que viven allí?", se preguntó, para responder que se trata de ayudar al país "a recuperar el orden institucional y la democracia".
En cuanto a la supuesta tibieza de la respuesta europea en el apoyo a la acción francesa en Mali, Valls la negó al "agradecer públicamente la solidaridad" mostrada por los países europeos en la operación militar. EFE