La comunidad católica de Pilsen, el principal barrio latino de Chicago, salió este viernes en masa a las calles para participar de la procesión del Viernes Santo y la crucifixión de Cristo, una tradición que tiene 35 años y que esta vez fue dedicada a los inmigrantes.
Unos 5.000 feligreses, que portaban cruces con nombres de padres de familia deportados e imágenes de la Virgen de Guadalupe, recorrieron varias cuadras del barrio en una procesión que recordó la agonía y dolor de Jesús de Nazaret antes de morir en la cruz.
La recreación de la Vía Dolorosa se realizó a lo largo de la calle 18, y en cada estación en que se detuvieron los actores que personificaban a Cristo, María Magdalena o los soldados romanos, hubo mensajes en español para urgir al Congreso a "seguir el ejemplo de Jesús" y "mantener unidas a las familias".
"Es un momento muy importante de devoción para nosotros, ver gente meditando durante toda la peregrinación", dijo a Efe el sacerdote Brendan Curran, párroco de la iglesia San Pío de Pilsen.
"Una recordación personal y colectiva, donde los jóvenes dedicaron algún aspecto de la procesión a la causa particular de los inmigrantes", agregó.
En la convocatoria de la procesión se destacó que la demora en la aprobación de una reforma migratoria tiene "consecuencias devastadoras para nuestras familias y comunidades".
Celia Beltrán dijo sentirse "identificada con el sufrimiento" de Jesús, mientras que para otros participantes como Raúl Sánchez Aguirre, que vino desde Acapulco (México), fue "una representación muy bonita".
La multitud rodeó luego el sector del Parque Harrison, donde se levantaron tres cruces, y siguió en silencio la crucifixión y el momento en que el cuerpo de Cristo fue retirado y llevado en andas hasta la iglesia San Adalberto para la sepultura.
Aunque a Francisco Aguirre le pareció una tradición "muy bonita", lamentó que se tenga que apelar al Vía Crucis para mantener viva la necesidad de apoyo a las familias separadas por las deportaciones.
"El Gobierno (de EE.UU.) ya no necesita tanto del inmigrante, y parece que no toma en cuenta el apoyo que le dimos por tantos años. Sin nuestro trabajo esta nación no sería lo que es", agregó.
Casi a la misma hora, pero frente a las oficinas de Inmigración en el centro de Chicago, representantes de La Familia Unida/Sin Fronteras reunieron a un grupo de niños ciudadanos para celebrar el Viernes Santo y recordar a los padres deportados.
Los carteles desplegados preguntaban si en la reforma que se negocia se permitirá el regreso a EE.UU. de los deportados y si serán incluidos en el proceso de regularización quienes hayan cometido delitos menores en el pasado, o aquellos que no hayan trabajado de forma continuada o a tiempo completo. /EFE