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Mexicanos dudan de la hipótesis de perros asesinos

Jueves, 10 de enero de 2013 a las 07:30 pm
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En un país asolado por las formas más cruentas de violencia originada del narcotráfico, muchos residentes de la Ciudad de México se resisten a creer la hipótesis de sus autoridades, de que jaurías de perros sin dueño mataron a un máximo de cinco personas en un cerro en el oriente de una de las ciudades más grandes del mundo.

Incluso para los familiares de las víctimas, como por ejemplo Ana María Martínez, es más fácil creer que algunas personas trastornadas torturaron y asesinaron a su hermano, Samuel Suriel Martinez Sánchez, de 16 años de edad, para luego dejar que su cuerpo fuera mordido y devorado por los perros.

Los activistas de derechos de los animales han convocado a protestas, asegurando que los perros callejeros capturados, en apariencia inofensivos, fueron incriminados falsamente.

Planean plantarse el viernes frente a las oficinas generales de la Policía en la Ciudad de México, incluso a pesar de que las autoridades han pedido que no se sacrifique a los perros. La presión por parte de los amantes de los animales ha forzado hace años a la ciudad a detener las redadas de perros callejeros.

Sin embargo, expertos sobre animales dijeron el jueves que es muy posible que esos perros u otros sí mataran a las personas. La reticencia a acusar a los perros puede surgir del desconocimiento sobre los ataques de jaurías de perros, agregaron.

Las autoridades han dicho que las autopsias de cuatro de los cuerpos concluyeron que su muerte fue provocada por la pérdida de sangre a causa de las mordidas de unos 10 perros, infligidas antes y después de muertos.

La negativa de culpar a los perros por dichas muertes puede originarse por la desconfianza a las autoridades, a menudo corruptas o incompetentes. Los cárteles de narcotráfico suelen abandonar los cuerpos de sus víctimas en terrenos baldíos y las autoridades no investigan demasiado esos casos.

"A mi hermano lo mataron unas personas, ya sea que les hayan aventado a los perros antes o después, no sabemos", dijo Martínez. "Creo que fue una persona trastornada, o varias, o incluso gente satánica para sus rituales".

"Tenían mordidas de perros, pero los perros no matan gente", dijo. "Más que nada, queremos que se aclare esto para que las otras personas inocentes no pasen por lo que nosotros estamos pasando".

La incredulidad es alimentada por los rostros, en apariencia inofensivos, de unos 50 perros que fueron atrapados en el parque del Cerro de la Estrella, donde ocurrieron los ataques en diciembre y principios de enero. Algunos de los canes tienen el tamaño de un labrador, pero muchos son perros pequeños o medianos, incluyendo cruzas de razas como beagles o collies.

Muchos parecen mascotas abandonadas. Los residentes alrededor del parque de 143 hectáreas (353 acres) en Iztapalapa, una zona dominada por la pobreza, dicen que la gente suele pasar por ahí para abandonar a las mascotas que ya no quieren, pero aseguraron que los perros nunca habían causado problemas.

"Agarraron unos perros que se ven muy inocentes", dijo el padre de Martínez, Benigno Juan Martínez Martínez, un vendedor de globos.

Sin embargo, Jim Crosby, un ex policía que vive en Florida y que es experto en casos de agresión canina, dijo que los "perros, solos o en grupo, pueden matar fácilmente a un ser humano. He visto a algunas personas despedazadas muy mal por uno o dos perros. Gente en Estados Unidos ha sido muerta por perros presa canarios (una raza grande) … y hasta por pomerianos".

Moisés Heiblum, profesor de comportamiento animal en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional Autónoma de México, dijo que "estos perros ferales en estado individual probablemente no tendrían la capacidad de llevar a cabo un ataque de esta ferocidad. Muchas veces tendrían miedo a la gente"

Sin embargo, la dinámica cambia cuando se forma una jauría, agregó Heiblum. "Cuando el grupo se une… un ataque de gran intensidad, incluso con consecuencias fatales, como en este caso, sí es posible".

Armando García, de la brigada de vigilancia y quien estuvo patrullando la zona con un arma larga esta semana, dijo que no había duda que perros callejeros habían formado jaurías en al menos una zona del parque.

"Se distingue la jauría, hay un macho alfa, y sus secuaces marcan su territorio y lo hacen notar con gruñidos y ladridos", dijo García.

Las dudas respecto a la teoría oficial circulan entre los vecinos, cuyas casas, algunas chabolas de madera, le dan la espalda al parque. Algunos dicen que nadie escuchó nada en las noches de los ataques y que seguramente los perros y sus víctimas habrían hecho ruido. Otros notaron que las mordidas de los perros estaban en brazos y piernas, y no en las gargantas.

Según los expertos, es un mito común creer que los animales salvajes atacan en la garganta. Los perros, agregaron, generalmente muerden a la gente donde pueden, frecuentemente en los brazos, las piernas y el trasero.

"Si están en jaurías, probablemente morderán lo que tengan cerca", dijo la doctora Julie Albright, que trabaja en una investigación de comportamiento animal en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Tenesí.

Una residente del Cerro de la Estrella y ex policía, Magali Flores Guzmán, cuestionó cómo podrían ser los perros los culpables de las muertes si la gente suele pasear en el parque sin mayores incidentes.

Sin embargo, Albright dijo que el comportamiento de las víctimas pudo haber desatado el ataque. "Algo les llamó la atención para que fueran ahí", dijo. "Quizá fue comida".

Uno de los familiares dijo que dos de las víctimas recién habían comprado comida antes de entrar al parque.

Algunos residentes dijeron que otra víctima pudo haber estado ebria o quizá se desmayó luego de beber en el parque con amigos. Albright dijo que es más probable que los perros ataquen a gente que camina a tropiezos en lugar de llevar un ritmo fijo.

Según los expertos, intentar escapar de una jauría de perros también puede desatar un ataque. Se aconseja quedarse quieto y retirarse lentamente por donde se vino, además de evitar contacto visual con los animales./ AP