Las protestas de la comunidad chií de Pakistán se extendieron hoy a diversas partes del país, mientras los familiares de los muertos en la masacre sectaria del pasado jueves en Quetta se negaron por tercer día a enterrar decenas de cadáveres.
Miles de personas permanecen concentradas desde ayer en esa localidad occidental, escenario de la matanza de 84 chiíes, y ni siquiera la presencia del primer ministro, Rajá Pervez Ashraf, las ha convencido para dar sepultura a los cuerpos de 65 de los muertos.
"La protesta sigue en marcha y la delegación del primer ministro, que se ha reunido con ellos esta tarde (hora local), no ha logrado que se disuelva al concentración y se entierren los cadáveres", dijo a Efe una fuente policial de Quetta.
"El primer ministro funciona solo por control remoto del presidente (Asif Alí Zardari), así que no nos sirve lo que nos pueda decir", dijo a Efe el parlamentario y miembro de la minoría chií Nasir Alí Sha, que se encuentra entre los manifestantes.
El jefe del Gabinete aterrizó a mediodía en Quetta y se reunió con las principales autoridades locales para intentar encontrar una solución a las demandas de los concentrados, pero no se reunió directamente con ellos.
Quetta es la capital de la provincia de Baluchistan, que concentra el grueso de los ataques de grupos radicales suníes -como Lashkar-e Jangvi, el grupo que reivindicó la masacre del jueves- contra la minoría chií de Pakistán, unos 40 millones de personas.
Muchos de los concentrados en esa localidad exigen que el Ejército se haga cargo de la seguridad en la ciudad ante el continuo fracaso de las fuerzas de seguridad a la hora de evitar los ataques sectarios y de arrestar a sus responsables.
"Queremos que las fuerzas de seguridad detengan a los culpables (del atentado del jueves) porque la Policía sabe dónde se esconden", dijo ayer a Efe desde Quetta un portavoz de la comunidad chií, Qadir Alí.
Las protestas de los seguidores de esta rama del islam se han hecho hoy extensivas a las principales ciudades del país asiático, donde se ha pedido que se ponga fin a la sangría que sufren los chiíes paquistaníes.
De acuerdo con un informe de seguridad publicado hace una semana, la violencia sectaria en Pakistán registró durante 2012 un importante aumento respecto al año anterior; este tipo de atentados dejaron 537 personas muertas, la mayoría de la minoría chií. EFE