El Departamento de Justicia Penal de Texas tiene programado ya para los próximos cinco meses doce ejecuciones de reos condenados a muerte, entre los que se cuentan dos hispanos.
La ejecución de Rigoberto Ávila Jr. está prevista para el próximo 10 de abril, mientras que la de John Manuel Quintanilla Jr. fue programada para el 16 de julio.
El hispano, nacido en El Paso (Texas), fue condenado a muerte por el asesinato en el año 2000 de un bebé de 19 meses al que golpeó en el abdomen mientras estaba a su cuidado.
Ávila, de 41 años, habría confesado al momento de ser detenido que golpeó con el pie a Nicolás Macías, porque estaba celoso de la atención que el menor recibía de su madre, Marcelina Macías, con quien Ávila tenía una relación amorosa.
Durante el juicio, la Fiscalía intentó probar que el acusado había golpeado repetidamente al menor en el abdomen, sin embargo la defensa aseguró que el hombre propinó un solo golpe al menor y que éste no tenía la intención de matarlo.
A pesar de que en 2010 el caso llegó a la Suprema Corte, que rechazó la revisión del caso, en 2012 la jueza de distrito Mary Anne Bramblett, que presidió el caso en contra de Ávila en 2001, ordenó que la ejecución se pospusiera de diciembre de 2012 al 10 de abril próximo.
La ejecución del otro hispano, Quintanilla Jr., de 37 años, llegará después de ser sentenciado a muerte por el asesinato en Victoria (Texas) del empleado de un parque de diversiones que fue disparado al oponer resistencia cuando Quintanilla y otros dos hombres le asaltaban.
Los atracadores dejaron tras de sí a una segunda víctima, una mujer que se convirtió en uno de los testigos en su contra.
Otra de las ejecuciones, prevista para el 3 de abril, es la de Kimberly McCarthy, afroamericana de 51 años, quien fue condenada a la pena capital en Dallas por el asesinato en 1997 de una mujer de 70 años de edad.
La última de las ejecuciones programadas hasta el momento en el estado es la de Donald Ferman, quien recibirá la inyección letal el 31 de julio.
En lo que va de año en Texas se ha ejecutado a un reo, el afroamericano Carl Blue, de 47 años, a quien se le suministró la inyección letal el pasado día 21.
Blue roció gasolina sobre Carmen Richards-Sanders, con quien había sostenido una relación, y la prendió fuego.
El condenado roció también a una segunda mujer que intentó ayudar a Richards, pero ésta sobrevivió al ataque.
Blue se entregó a la policía diciendo que todo había sido planeado como una broma y que no tenía la intención de asesinar a las mujeres.
En la última década han sido ejecutados en Texas 204 reos sentenciados a la pena capital, mientras que en el Pabellón de la muerte hay 288 reos esperando la hora en que serán trasladados hasta la denominada cámara de la muerte. De ellos el 30 por ciento son hispanos.
Actualmente hay en el corredor de la muerte de Texas 13 mexicanos, dos nacionales de El Salvador, dos de Honduras, un reo de El Salvador y uno de Argentina.
Uno de los reos con mayor antigüedad en el pabellón de la muerte es el mexicano César Fierro, de 57 años, quien fue sentenciado a la pena capital en 1980 por el asesinato en El Paso del taxista mexicano Nicolás Castañón.
De entre las 10 mujeres condenadas a muerte en el estado, solo es hispana Melissa Lucio, de 44 años y acusada por el asesinato de una menor de edad en 2007 en Lubock (Texas).
En los últimos años el promedio de ejecuciones al año ha disminuido de 24 en 2003 a 15 en 2012, aunque Texas sigue siendo el estado con el mayor número de ejecuciones del país. EFE