El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas pidió ayuda urgente para poder atender la situación de emergencia que atraviesan miles de familias debido a las inundaciones en la Amazonía boliviana, las más devastadoras en décadas.
"La inundación en Bolivia sigue siendo noticia para las personas que lo sufren día a día. No podemos olvidarnos y pensar que esto ya ha pasado", afirmó a Efe la directora adjunta del PMA en Bolivia, la española Marina García Real.
El PMA, que a diferencia de otras agencias de la ONU se financia sólo a través de donaciones, necesita cuatro millones de dólares para asistir, en varios departamentos de Bolivia, a unas 76.000 personas que lo han perdido todo, indicó García Real durante una operación de ayuda en Guayaramerín, en la frontera amazónica con Brasil.
Hasta ahora, sólo se ha recibido un millón de dólares, por lo que la representante del PMA recalcó la importancia de seguir recibiendo contribuciones que permitan brindar ayuda básica a las miles de familias damnificadas.
"El Gobierno boliviano está respondiendo a la emergencia pero el desastre es de tal magnitud que requiere el apoyo del sistema de Naciones Unidas y de la cooperación internacional", explicó.
En las zonas afectadas, el PMA está cubriendo las necesidades básicas de alimentos en una primera fase de respuesta.
"Pero para llevarla a cabo necesitamos donaciones que nos permitan realizar nuestro trabajo", subrayó García Real.
Hasta ahora, el organismo multinacional ha distribuido a las familias damnificadas 20 toneladas de galletas nutricionales y "en breve" distribuirá otras 10 toneladas.
La próxima fase incluirá el reparto de alimentos como pescado enlatado, aceite vegetal y fideos.
El departamento amazónico de Beni es uno de los que más ha sufrido las consecuencias de las lluvias e inundaciones de los últimos meses, que han dejado en Bolivia más de 60 personas fallecidas y 60.000 familias damnificadas.
En ese departamento, el principal productor de carne del país, también han muerto 200.000 reses y las pérdidas agrícolas son incalculables, ya que los cultivos, al igual que las casas, han quedado sumergidos bajo el agua de los afluentes amazónicos desbordados.
En el pueblo de Guayaramerín (norte de Beni) y las comunidades cercanas, donde se ha centrado la ayuda del PMA en los últimos días, el nivel del agua sigue subiendo mientras en el resto del país ya ha comenzado a bajar.
Centenares de familias se refugian en carpas con lo poco que han logrado salvar y a la espera de que las aguas se retiren para poder volver a sus viviendas.
Según pudo comprobar Efe, casas, escuelas y negocios permanecen cubiertos bajo tres metros de agua del río Mamoré, que tardará varios meses en retirarse hasta su nivel normal.
Una de las hipótesis que manejan las autoridades para explicar que las aguas sigan subiendo es la posible influencia de las represas de las plantas hidroeléctricas de San Antonio y Jirau, en el vecino Brasil.
Esas plantas se encuentran en el curso del río Madeira (en el que confluye el Mamoré), cercanas a esta población fronteriza y vecina a la brasileña Guajaramerín.
Bolivia y Brasil acordaron esta semana realizar estudios de forma conjunta para analizar el impacto de las represas, pero no existe un plazo para su presentación, mientras que la Armada boliviana ya ha iniciado su propia investigación.
EFE