AFP
La penosa búsqueda de sobrevivientes continuaba este lunes en Mocoa, la amazónica ciudad del sur de Colombia arrasada por una brutal avalancha que dejaba 262 muertos, de ellos al menos 43 niños, y con el paso de las horas disminuía la posibilidad de encontrar personas vivas.
Dos días después de la catástrofe, quienes lograron salvarse del torbellino de barro, troncos y piedras desatado por el desborde de tres ríos se aglomeran en el hospital o a las puertas del cementerio para saber algo de los suyos.
"Falta mi hija Diana Vanesa que dejó un niñito de tres años, Santiago (…) Tenía un tatuaje en el pie izquierdo con el nombre del niño. Todos los días se sale en busca de ella y nada, no se la ha podido encontrar", cuenta a AFP Ercy López, de 39 años recostada en una colchoneta en un refugio con dos de sus hijos y su yerno, todos llenos de raspones.
"Ya las esperanzas de encontrarla con vida son muy pocas", añade sobre su hija de 22 años, luego de perder su casa con el alud y quedar ella colgada de un árbol y su hijo de 15 años trancado en un muro.
Un portavoz de la Cruz Roja Colombiana (CRC) indicó a AFP que la ventana de búsqueda de sobrevivientes prevista en desastres así puede cerrarse este lunes.
"Las primeras 48 horas de búsqueda han sido arduas, efectivas, y pensamos que el número de personas que tengamos que buscar de ahora en adelante es mínimo", dijo a Caracol Radio Carlos Iván Márquez, director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd), que lidera los esfuerzos del gobierno para normalizar la situación en la devastada Mocoa.
262 heridos, más de 200 desaparecidos
En esa región selvática surcada por decenas de ríos ya se hicieron barridos aéreos y con botes para hallar supervivientes, y hay más de 400 personas de organismos de socorro trabajando, explicó Márquez, quien agregó que este lunes comienza la remoción de material con maquinaria, como parte del procedimiento de búsqueda y rescate.
Además, se abrió una base de datos centralizada para facilitar la búsqueda de personas reportadas desaparecidas, que según el último balance entregado por la CRC sumaban 220.
La avalancha dejó además 262 heridos, muchos graves que están siendo atendidos en hospitales de Mocoa y otras ciudades: al menos 68 han sido trasladados en aviones acondicionados. "Podemos dar un parte de que esta situación ha sido controlada", señaló Márquez.
Entre quienes no encuentran consuelo tras perder a seres queridos, algunos luchan por sus vidas luego de hundirse en el lodo.
"Vomité harto barro (…) Estornudaba barro, todo era barro, hasta que pude volver a respirar otra vez", contó Carlos Acosta, de 25 años, que tras inundarse su casa logró abrazarse a un palo y salvar su vida, pero perdió a su hijo Camilo, de tres años.
Varios velaban ya en sus casas a sus muertos, y muchos de los cuerpos identificados han sido enterrados, constató la AFP.
Renacer del barro
"El balance, aún parcial, es dramático", dijo el domingo a la Nación el presidente Juan Manuel Santos, empecinado en hacer renacer del barro a Mocoa, capital del Putumayo, donde unas 45.000 personas están afectadas según la CRC. La ciudad sigue sin agua corriente y 80% de la población no cuenta con fluido eléctrico.
El mandatario encabezaba este lunes un consejo de ministros para responder a la emergencia, luego de viajar sábado y domingo a la zona para liderar las labores de rescate y reconstrucción.
Reconstruir el acueducto y restablecer la energía eléctrica son las prioridades, pero en ambos casos llevará tiempo. También es prioritario atender el tema sanitario, para lo cual este lunes se inicia una campaña de prevención y vacunación para evitar un brote de enfermedades.
Mientras, los damnificados reciben kits de ayuda alimentaria y de aseo, así como asistencia psicológica y refugio en cinco albergues.
Para quienes conservan su casa y no lloran muertos, la situación también se complica por la falta de agua y luz. "Esto ha sido terrible (…) sin poder cocinar ni nada es muy difícil estar", dijo a AFP Julio Pardo, un comerciante de 32 años que envió a su familia fuera de la ciudad.
Este alud, que ha despertado la solidaridad mundial, supera al último gran desastre natural de Colombia, un deslave en la localidad de Salgar, que dejó 92 muertos en mayo de 2015.