AFP
Inventiva y mantenimiento: esas son las claves de la producción de una vieja fábrica de tejas de fibrocemento en Cuba, vitales para los techos a menudo dañados por huracanes, y las armas con las que la isla enfrenta el precario estado de gran parte de su industria.
“A pesar de la antigüedad y desgaste de la tecnología” y gracias “a los permanentes mantenimientos técnicos y al ingenio” de sus técnicos, la Unidad Empresarial de Base Fibrocemento de Artemisa, al oeste de La Habana, se propone fabricar este año cerca de 1,5 millones de metros cuadrados de tejas, reportó el semanario Opciones.
Tras la desaparición de la Unión Soviética en 1991, principal aliado y socio económico durante tres décadas, Cuba cayó en una crisis que tuvo un fuerte impacto en su industria, totalmente estatal, de la que aún no se repone.
Para revertir esa situación y atraer capitales extranjeros que potencien la industria, la isla convocó a la primera convención y exposición internacional Cubaindustria 2014, desde este lunes al viernes.
En la feria, a la que asistirán más de 200 compañías de 29 países, Cuba presentará propuestas para invertir en 40 renglones priorizados, con énfasis en la producción de envases y embalajes, dijo Adriana Barceló, directora general de gestión del Ministerio de Industrias.
Sustitución de importaciones
“Es un sector que está bastante deprimido” y “es estratégico para sustituir importaciones”, indicó Barceló.
El gobierno comunista cubano busca socios extranjeros para desarrollar industrias cuya producción incremente las exportaciones y disminuya las millonarias importaciones de todo tipo de bienes, que consumen recursos vitales.
“Las dificultades principales que enfrenta este sector industrial se relacionan con la subutilización de capacidades productivas, la desactualización tecnológica y el déficit de capital de trabajo”, dijo el ministro de Industrias, Salvador Pardo.
En Cubaindustria, la isla promocionará la zona franca industrial del nuevo megapuerto del Mariel, 45 km al oeste de La Habana.
Además, ofrecerá las ventajas de la nueva Ley de Inversión Extranjera, dictada en marzo por el gobierno de Raúl Castro, que entrará en vigor el próximo sábado.
A las inversiones extranjeras, “se suma el incremento de la participación del sector no estatal (privado y cooperativo) con la pequeña industria que concentra su desarrollo a escala local”, dijo Pardo.
Indicó que una renovación de la capacidad industrial “permitirá al Estado concentrase en la elevación de la eficiencia de los medios fundamentales de producción y en las actividades estratégicas para la economía”.
El fin de la ayuda soviética
Según datos de la estatal Oficina Nacional de Estadística, la mayoría de las producciones actuales están muy por debajo de los volúmenes alcanzados en 1989, último año que Cuba recibió ayuda soviética.
El volumen físico producido por la industria manufactura cubana en 2012 es el 48% de lo que reportó en 1989, y el 54,3% si se excluye la industria azucarera, que fue una de las más afectadas por la crisis.
En los últimos 25 años, los pocos recursos que el gobierno pudo invertir los destinó a sectores como la industria farmacéutica y de biotecnología, cuyo volumen actual de producción es 991% mayor que en 1989, y ahora es el segundo ítem de exportación de bienes tras el níquel, con ventas de 600 millones de dólares anuales.
Pero la producción de textiles es apenas el 8,1% de la de 1989, la de productos de caucho y plástico el 19,6% y el de maquinarias y equipos el 0,6%.
Desde los años 90, con las tímidas reformas emprendidas por el entonces presidente Fidel Castro, se fundaron 18 empresas mixtas (entre el Estado y compañías extranjeras) “la mayoría asociada al sector de la industria química y la industria ligera”, dijo Adriana Barceló.