El sacerdote Julio Grassi, quien permanece libre pese a afrontar desde 2009 una condena a 15 años de prisión por abuso sexual de un menor, dijo el lunes que está en "paz" y que aún hay "muchas instancias judiciales" a las que puede recurrir.
"Estoy tranquilo, tengo paz y creo en Dios; y (tengo) esperanza en la justicia del hombre… No bajo los brazos y sigo adelante", dijo el sacerdote, de 57 años, a su salida del Tribunal Oral en lo Criminal N 1 de Morón, al oeste de Buenos Aires, que podría definir en las próximas horas si dispone su detención.
El tribunal tomará la decisión después de escuchar a la querella y los abogados del sacerdote en una audiencia que ha convocado para el mediodía, aunque se desconoce cuándo se pronunciará. Grassi acudió a la sede judicial a primera hora del día para notificarse de la audiencia, tras lo cual se retiró.
Sobre esta última, Grassi afirmó que se trata "una instancia más de la justicia, quedan muchas instancias más" y cuando fue preguntado si temía quedar preso, respondió: "La libertad nunca se pierde, es un don interior".
La Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires ratificó hace seis días la condena a Grassi de 2009 por dos hechos de abuso sexual agravado y un tercero de corrupción cometidos en 1996 contra un adolescente.
Los abogados querellantes sostienen que la sentencia ya está firme en el ámbito de la justicia del distrito bonaerense y que el encarcelamiento del religioso se debe concretar aunque la defensa de Grassi presente un recurso extraordinario ante la Corte Suprema de la Nación. Además sostienen que el sacerdote ha gozado de privilegios inéditos para un condenado a 15 años de cárcel, lo que es rechazado por la defensa del cura.
Por otro lado, el Tribunal de Casación bonaerense dio vía libre el jueves pasado a la detención de Grassi por entender que no había cumplido los términos de libertad vigilada que el cura gozaba últimamente. El sacerdote tenía prohibido acercarse, referirse públicamente o comunicarse con la víctima de los abusos, pero hace dos años concurrió a un canal de televisión donde se refirió al asunto.
Grassi, que continúa siendo sacerdote, reside en una casa en la localidad bonaerense de Hurlingham, al oeste de Buenos Aires, muy cerca de la Fundación Felices los Niños que estaba a su cargo.
En 2002 un canal de televisión difundió un informe con denuncias de varios chicos contra el sacerdote, entonces presidente de dicha fundación que recibía millonarias donaciones, por el supuesto abuso sexual de algunos menores sin familia en la sede de la institución, también ubicada en Hurlingham.
El caso de Grassi generó una gran conmoción en Argentina por el alto perfil público del sacerdote, famoso por sus obras de caridad y por su fundación, que administraba varios hogares para niños en todo el país y solía recaudar fondos a través de concursos en destacados programas de televisión./AP
2013-09-23