EFE
El primer Gobierno palestino de reconciliación nacional arrancó hoy entre la animadversión de gran parte del Gobierno israelí, la apatía en las calles de Cisjordania y cierta esperanza en Gaza.
El primero en reaccionar fue el primer ministro, Benjamin Netanyahu, quien insistió en calificar de terrorista un gabinete de tecnócratas que, según los palestinos, nace sin afiliaciones políticas y que queda bajo la supervisión directa del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás.
"Me sorprende que los gobiernos europeos, que vehementemente condenaron el ataque en Bruselas (contra objetivos judíos) hablen cordialmente o incluso en tono amigable sobre el gobierno de unidad palestino con Hamás", afirmó.
Ante la Comisión parlamentaria para Asuntos del Exterior y Defensa, el jefe del Gobierno israelí -que ha retirado la colaboración excepto en temas de seguridad- recalcó que el movimiento islamista "es una organización terrorista que lleva a cabo ataques criminales y se jacta de ellos".
Netanyahu lidera, desde hace días, una campaña para pedir que la comunidad internacional no reconozca el nuevo gobierno, que ha puesto fin a siete años de división entre el movimiento islamista Hamás y el grupo nacionalista Al Fatah.
En declaraciones divulgadas por la prensa local, el líder derechista asegura tener garantías del secretario de Estado de EEUU, John Kerry, de que la Casa Blanca no lo reconocerá, al menos en principio.
Kerry, al que Abás comunicó la formación del gobierno antes de que este jurara, se reunirá el próximo miércoles con el presidente palestino en Ammán.
En la misma línea hostil, el ministro israelí de Economía, el ultraderechista Naftalí Bennet, afirmó que el nuevo ejecutivo está integrado "por terroristas vestidos de traje".
Bennet, cabeza del partido Habayit Hayehudi (Casa Judía), defensor de los intereses de los colonos y pilar fundamental de la coalición de gobierno, insistió en que ha llegado el momento de que Israel pase a la acción.
"La agenda palestina ha quedado hoy expuesta en el muro de la realidad. Ha llegado el momento de pasar de la defensiva a la ofensiva y hacer lo que es bueno para Israel", afirmó Bennet, uno de los principales oponentes a la solución de los dos estados y promotor del plan de anexión de Cisjordania.
El ministro israelí de Asuntos Exteriores, el derechista Avigdor Lieberman, restó importancia al juramento y dijo que su país ahora va a esperar.
"No existe necesidad alguna de hacer declaraciones redundantes. Si se necesita hacer algo, se hará. No hay que ponerse nervioso por lo que ha sucedido allí ahora", explicó al diario local Yediot Aharonot.
Solo el ministro de Protección Medioambiental, Amir Peretz, miembro del partido de centro-derecha Hatnua mostró un rostro más conciliador.
"El proceso de paz siempre ha tenido una importancia estratégica para Israel y por eso debemos examinar al actual Gobierno palestino teniendo en cuenta la orientación que tome", explicó Peretz, cuya jefa, Tzipi Livni, ha advertido que abandonará la coalición si la anexión que propone Bennet se lleva a cabo.
"Si anuncia que reconoce a Israel y que acepta los acuerdos firmados en el pasado, debemos reconsiderar la posibilidad de conversar con él, y no aislarlo, lo que solo ayudaría a Hamás", concluyó.
Frente a la animadversión israelí, el nuevo Gobierno palestino ha sido acogido con frialdad por la población en Cisjordania y con cierta esperanza en Gaza, donde se espera que sirva para aliviar la dramática situación que vive la Franja.
"Este gobierno no va a cambiar nada. Es más de lo mismo. No creo que vaya a solucionar ni los problemas políticos ni los económicos", declaró hoy a Efe Samer, dependiente de una tienda de ropa en el centro político de Cisjordania. EFE
2014-06-02