El maestro de la novela negra Raymond Chandler no tuvo problemas en alcanzar el éxito, aunque llevara una vida difícil. Primero se destacó durante su vida de estudiante, luego escaló de manera espectacular de contable a vicepresidente de una petrolera y finalmente como escritor se consagró mundialmente con sus novelas policiales y guiones de cine.
Su colega Ian Fleming aseguró alguna vez que de la pluma de Chandler brotaron algunos de los diálogos mejor escritos de todos los tiempos. Pero Chandler, de cuyo nacimiento se cumplen mañana 125 años, padeció depresiones y alcoholismo y fueron pocas las oportunidades en que realmente pudo disfrutar sus logros, aunque siguiera escribiendo hasta su muerte.
Sus novelas negras, sobre todo "El largo adiós", continúan cosechando éxitos de ventas. Casi todas han sido llevadas al cine y algunas incluso varias veces. A día de hoy se las sigue considerando clásicos, como "Perdición", dirigida por Billy Wilder, "La dalia azul" (George Marshall) o "Extraños en un tren", que Alfred Hitchcock trasladó a la gran pantalla.
Nominado dos veces al Oscar, el novelista estadounidense es considerado también el inventor del prototipo de detective "hardboiled", un investigador frecuentemente cínico y curtido, que solamente se siente comprometido con sus propios principios de orden y justicia. Su personaje más conocido, Philip Marlowe -encarnado por la estrella de Hollywood Humphrey Bogart en "El largo adiós"-, es considerado hasta hoy un prototipo de este detective ficcional.
Sin embargo, Raymond Thornton Chandler llegó tarde y tras dar distintos rodeos al oficio de escritor. Nació en 1888 en Chicago, estado norteamericano de Illinois, y luego creció entre el Reino Unido y Estados Unidos. Trabajó en el Museo británico de la Marina, como docente, periodista e incluso peón en la recogida de fruta. Peleó en la Primera Guerra Mundial y luego estudió contabilidad y trabajó en una empresa petrolera, donde trepó hasta el puesto altamente lucrativo de vicepresidente.
Pero la crisis económica a fines de la década de 1920 y supuestamente el inicio de su adicción al alcohol hicieron que perdiera ese puesto en la compañía, lo que derivó en que Chandler comenzara a volcarse a la escritura.
Tras varios relatos breves, en 1939 vio la luz la novela "El sueño eterno", que rápidamente se convirtió en un gran éxito. Inmediatamente después fue celebrado como guionista de Hollywood, donde desarrolló un trabajo que no le satisfizo, a la vez que no se sintió suficientemente valorado.
"Lo más amable que puede decir Hollywood sobre un escritor es que es demasiado bueno para ser solamente un escritor", recordaba Chandler, quien, además de sus cuentos, publicó siete novelas a lo largo de su vida.
Después de que sus modificaciones al guión de "Extraños en un tren" fueran rechazadas, atacó duramente a Hitchcock en una carta que nunca envió. "Si querías algo fácil de digerir, entonces ¿por qué te acercaste a mí? ¡Qué derroche de dinero! ¡Qué derroche de tiempo! Decir que estuvo bien pagado no es una respuesta. A nadie se le puede retribuir adecuadamente por derrochar su tiempo".
Chandler dio la espalda a Hollywood y se dedicó a sus exitosas novelas negras. Pero estaba cada vez más atrapado por el alcoholismo y la depresión, y cuando falleció su esposa Cissy -18 años mayor que él- en 1954, su situación se agravó aún más. Enfermó gravemente y falleció el 26 de marzo de 1959 en su hogar californiano en La Jolla. Su última novela quedaría inconclusa.
En cambio, su último deseo se cumplió, aunque no fue hasta hace dos años: los restos de su esposa, que reposaron durante casi 60 años en un mausoleo, fueron ubicados junto a los del escritor en su tumba de Mount Hope. En la lápida puede leerse una cita de "El sueño eterno": "Los muertos son más pesados que los corazones rotos".