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Las protestas en Brasil, explicadas por sus escritores

Jueves, 10 de octubre de 2013 a las 07:30 pm
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El mundo observa perplejo las masivas protestas que sacuden Brasil desde hace meses. ¿Por qué el descontento en un país con enormes progresos sociales y económicos? Los escritores que participan en la Feria del Libro de Fráncfort, donde Brasil es invitado de honor, dan ahora su visión.

"Se invirtieron sumas inmensas en el Mundial y en los Juegos Olímpicos, pero no en lo básico: educación, transporte, salud", explica a la agencia dpa Paulo Lins, autor del "best-seller" internacional "Ciudad de dios", enumerando las principales reivindicaciones de las protestas que estallaron en junio.

"Además la gente que salió a la calle creció en democracia. En los últimos 20 años hubo un gran desarrollo democrático y tuvimos un enorme crecimiento de las artes y de movimientos sociales. Eso estimuló una consciencia crítica muy profunda".

Lins conoce en carne propia la vida de los excluidos de Brasil. Nacido en 1958 en Río de Janeiro, vivió desde los siete años en la "favela" Ciudad de Dios, que inspiró su novela (1997) y luego la película de Fernando Meirelles (2002) nominada a cuatro oscar.

Pero el escritor y guionista fue uno de los más buscados en la cita editorial más grande del mundo por otra razón: es el único negro en la delegación de 70 autores que Brasil llevó a Fráncfort como país invitado de honor en esta edición.

"Brasil sigue siendo un país racista y con una pésima distribución de la riqueza. Hay muy pocos empresarios negros. En cambio las cárceles están llenas", asegura Lins.

En ese sentido, la controvertida lista de autores seleccionados es reflejo fiel de la desigual sociedad brasileña, justificó en Fráncfort el escritor Daniel Galera (Sao Paulo, 1979). "El problema no de la lista, sino de la sociedad. Haber traído más negros para cumplir una cuota habría sido una hipocresía".

La paradoja es que, si bien el racismo y la exclusión racial pudieron contribuir al clima de descontento en el país de 200 millones de habitantes, el origen de la ola de protestas se sitúa en otro sector de la población.

"Las protestas son un problema de lujo", analizó Manuella Barbosa, periodista de 32 años que vive hace diez fuera de Brasil. "Fueron iniciadas más bien por una nueva clase media incipiente. Los verdaderamente excluidos no tienen tiempo ni condiciones para salir así a la calle".

También Felipe, un estudiante de intercambio de 23 años, cree que las protestas son consecuencia directa del ascenso social vivido por millones de brasileños la última década.

"Toda esa nueva masa se vio de pronto con capacidad para presentar sus reivindicaciones. Salieron a la calle millones, pero sin un común denominador. Tampoco tenían propuesta concreta. Sólo los unía la intención de mostrar su descontento con diferentes cosas, incluyendo la corrupción".

Las grandes paradojas de una de las grandes potencias emergentes del planeta, convertida ya en sexta economía del mundo, se refleja en el lema de Brasil en Fráncfort ("Un país lleno de voces") y quedó patente desde la inauguración de la feria el martes con un discurso brutalmente sincero del escritor Luiz Ruffato.

En su exposición, ovacionada por el público y convertida de inmediato en referencia obligada en cada discusión sobre el Brasil actual, Ruffato trazó una historia del país marcada por un hilo conductor: el de "la exclusión del otro a través de la violencia y la indiferencia".

El autor de "Ellos eran muchos caballos" comenzó por el genocidio indígena hace 500 años y siguió dando cifras de impunidad, violaciones, crímenes machistas y un analfabetismo impuesto por el poder a amplios sectores sociales.

El novelista reconoció "grandes logros" de su generación, entre los que destacó la vuelta a la democracia. "Pero lamentablemente la herencia de esos 500 años de abusos de poder sigue pesando más", concluyó.

Sólo 24 horas antes de su discurso, las calles de Río de Janeiro mostraban escenas de autobuses incendiados y disturbios protagonizados por un grupo anarquista durante una manifestación pacífica de maestros./DPA