EFE
De tradición discreta, cuando no secreta, la pasión coleccionista brilla con raro esplendor desde hace meses en los mejores museos de París, con fondos históricos como el del ruso Serguéi Shchukin y actuales como el de la empresaria española Alicia Koplowitz, la francesa Agnes b. o el sultán Sooud Al-Qassemi.
Muestras en curso, recién terminadas o en preparación, prometen o permiten disfrutar de inéditas y en general irrepetibles experiencias artísticas, prueba de que los coleccionistas prefieren hoy compartir su arte más temprano que tarde.
Nada que ver con la manera en que figuras de siglos pasados como los Jacquemart André o Nissim de Camondo legaban al Estado al final de sus días los palacios y colecciones disfrutados en vida.
Así, justo antes de desvelarla en España a finales de mes, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, Koplowitz reveló al mundo su afición desde el Museo Jacquemart André, con la muestra "De Zurbarán a Rothko. Colección Alicia Koplowitz-Grupo Omega Capital".
Casi al mismo tiempo, Al-Qassemi, fundador de la Fundación Barjeel en Sharjah (Emiratos Árabes Unidos), dio a la temporada que termina en el Instituto del Mundo Árabe la exhibición "100 obras maestras del arte árabe moderno y contemporáneo".
La tendencia sumará en octubre la exposición "Extranjero residente" en La Maison Rouge, con la colección inédita del empresario y distribuidor de cine francorumano Marin Karmitz, dueño de las cadenas de cines MK2, quien promete explorar "el siglo XX, sus tragedias y lugares, de Europa a EE.UU.".
Un mes antes y tras una compleja investigación, el Museo Marmottan Monet inaugurará "Monet coleccionista", que por primera vez volverá a reunir las obras atesoradas en su día "egoístamente", solo para él y algunos amigos, por el pintor impresionista.
El fenómeno irradia en ciudades como Aviñón, donde una de las cuatro monográficas de "Un verano en la Colección Lambert" se dedica a la mostrada por la modista Agnes b. por primera vez en París hasta el pasado enero, en el Museo de la Inmigración.
Exigente, el estallido coleccionista en el siglo XXI puede requerir más que una gran exposición o préstamos a prestigiosas instituciones y son cada vez más los amantes del arte millonarios que crean su museo en vida, mientras su inversión sigue creciendo.
Visionario, a principios de siglo, François Pinault, cuarta fortuna de Francia y 63 mundial, puso sus ojos en Tadao Ando y en la Isla Seguin, vecina de París, hasta que las trabas encontradas allí le llevaron en 2005 a Venecia con el arquitecto japonés, que va por su tercera sede palaciega rehabilitada para él.
El patrón del grupo de lujo Kering no abandonó su sueño inicial y el 26 de junio, siempre de la mano de Ando, adelantó los detalles de su futuro museo, esta vez en la muy céntrica Bolsa de Comercio de París, donde comenzará a exhibir sus más de 3.000 obras de arte contemporáneo a partir de 2018.
Semanas antes, el también empresario de moda y mecenas Pierre Bergé, cofundador en 1961 de la firma Yves Saint Laurent, presentó igualmente a la prensa mundial los dos museos YSL que inaugurará el próximo octubre en París y Marraquech, ciudades donde el modisto vivió algunos de sus mejores momentos.
Se adelantó a ellos Bernard Arnault, primera fortuna de Francia y undécima mundial, que apostó en 2015 por el Bosque de Bolonia, en el noroeste de París, y construyó con otro arquitecto estelar, el canadiense Frank Gehry, su espectacular Fundación Vuitton.
Allí donde hasta el 4 de septiembre reina una oda al coleccionismo de arte africano, con obras del propio patrón del líder mundial del lujo (LVMH) y del italiano Jean Pigozzi, quien por primera vez muestra en París a una quincena de sus artistas.
La muestra fue prolongada unos días, como el pasado marzo "Iconos del Arte Moderno-La Colección Shchukin", cuyos Picasso, Cézanne, Matisse o Gauguin, reunidos por el coleccionista ruso a principios de siglo XX en su casa-museo, y juntos por primera vez en Francia llevaron a la fundación a más de 1,2 millones de personas.
2017-07-18