EFE
Cae la noche y miles de uniformados trabajan a pico y pala y sin descanso en las decenas de edificios derruidos de la Ciudad de México, tras el terremoto de magnitud 7,1 en la escala de Richter que sacudió hoy el centro del país, una tragedia que suma ya más de 119 fallecidos.
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En la calle Monterrey con Viaducto Miguel Alemán, una de las principales arterias de la ciudad, un edificio de al menos cuatro plantas se derrumbó por completo.
El escenario es desolador y al menos un centenar de uniformados del Ejército, bomberos y Protección Civil trabajan a contrarreloj para poder sacar a gente con vida bajo los escombros.
Lo hacen a pico y pala, y con cubos para sacar los escombros en una labor hormiga.
También hay una grúa que apenas sacó un enorme cartel publicitario que cayó encima del edificio al producirse el movimiento telúrico, pasado el mediodía de este 19 de septiembre, cuando se conmemoraba el 32 aniversario del terremoto de 1985 que dejó miles de muertos en la capital.
José Angel Quimber, un vecino de la zona, fue de los primeros en acudir al rescate.
El edificio "tenía cuatro pisos, este edificio y en lo que estuve yo, ayudamos a salir a dos persona heridas" y a dos fallecidos, lamenta.
A la mínima señal de ruido entre los escombros se hace silencio. Los expertos en rescate levantan las manos y se pone mucha atención. Incluso usan una manguera que colocan entre los escombros para detectar cualquier sonido.
Los perros, enseñados para localizar a personas bajo los escombros, hacen su labor.
Lleno de polvo, José Rangel contempla ahora las labores de rescate desde una de las esquinas de la calle. Él también fue de los primeros en llegar a este derrumbe. Hay al menos 30 edificios caídos en la ciudad.
Otros peligran, y prueba de ello es un bloque de tres plantas prácticamente pegado al lugar del derrumbe, que han desalojado con posterioridad luego de que se ladeara.
"Sacamos escombros y hacemos fila, y cuando te piden silencio te quedas callado. Si se escuchan aplausos, se abre el paso" para sacar a la persona, explica el joven.
El español Alberto Morales, residente en esta zona de la ciudad de clase media, también estuvo ayudando hasta el arribo de algunos oficiales.
"Necesitan que haya mucho silencio", remarca desde su moto, cubierto de polvo y con las piernas llenas de rasguños.
Tras siete años en México, no recordaba un terremoto así, que se suma al fatídico sismo de magnitud 8,2 en la escala de Richter del pasado 7 de septiembre que impactó sobre todo en el sur del país y dejó 98 muertos.
Fotos: EFE
2017-09-19