La organización Río de Paz, que combate la inseguridad en Río de Janeiro, llegó hoy con sus protestas frente al Congreso, en cuyos jardines "sembró" un balón por cada legislador y exigió que "asuman su responsabilidad" ante la sociedad.
La protesta fue una de las primeras de una jornada que comenzó tensa en Brasil, donde han sido convocadas nuevas manifestaciones en una veintena de ciudades y sobre todo en Belo Horizonte, en el marco de la semifinal de la Copa Confederaciones de fútbol, que enfrentará a las selecciones de Brasil y Uruguay.
Antonio Carlos Costa, portavoz de Río de Paz, dijo a periodistas que la idea de la protesta es "pasar el balón para cada legislador y que reflexionen sobre lo que van a hacer a partir de ahora".
Por eso, fueron 594 pelotas con manchas de rojas que simbolizan la sangre de las 500.000 víctimas que la violencia urbana ha dejado en Brasil en la última década, según cálculos de esa organización.
"Una para cada uno de los 513 diputados y una para cada uno de los 81 senadores", explicó Costa, quien apuntó que los brasileños "quieren un Congreso que legisle y fiscalice, que no se arrodille frente a los intereses de los grandes grupos económicos y atienda los deseos de cambio" que la sociedad expresa con sus protestas.
"Brasil tiene que ofrecer salud y educación de excelencia" y el Gobierno debe construir hospitales y escuelas con la misma calidad de los estadios que ha levantado para la Copa Confederaciones y el Mundial de la FIFA, afirmó.
"Queremos que todo Brasil tenga la calidad que exige la FIFA", declaró Costa.
Además de esa primera protesta en Brasilia, donde está convocada una gran manifestación para esta tarde, otras ciudades del país amanecieron con movilizaciones.
A primera hora de hoy, tres carreteras fueron bloqueadas por manifestantes en los alrededores de Belo Horizonte y un centenar de personas que comenzó a protestar contra la Copa Confederaciones incendió un autobús en la periferia de la ciudad.
La policía reiteró hoy que no permitirá que los manifestantes cumplan su propósito de llegar hasta el estadio Mineirao, donde jugarán Brasil y Uruguay.
"Se actuará con civismo, pero con firmeza", dijo el teniente coronel Alberto Luiz Alves, de la Policía Militar, que movilizará a unos 5.000 hombres para intentar controlar una manifestación en la que se anuncia la participación de más de 100.000 personas. EFE