Andrés Tovar Zabaleta | 2001
A los vencedores se les da el botín. En la Guerra del Pacífico del siglo XIX, Chile venció a sus dos enemigos, arrebatando territorios tanto de Perú como de Bolivia. La derrota azotó a Lima pero devastó a La Paz, ya que Bolivia perdió su acceso al mar.
Desde entonces, Bolivia ha seguido una agenda irredentista, exigiendo que reciba nuevamente su puerta irremplazable para el mundo; agenda que recibió un duro golpe este 01 de octubre cuando, después de un reavivamiento de las gestiones y de una campaña nacional, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya determinó que Chile no tiene ninguna obligación de negociar con Bolivia una salida soberana al océano Pacífico.
No obstante, pese a esta decisión, la cual fue celebrada en los predios chilenos como “una victoria nacional”, Evo Morales asegura que no dará su brazo a torcer. “Los hallazgos de la Corte no deben ser entendidos como si impidieran a las partes continuar su diálogo (…) no hay obligación de negociar, pero sí una necesidad. El pueblo boliviano sabe que se nos fue arrebatado nuestro acceso soberano al Océano Pacífico”, insistió el jefe de Estado boliviano.
Puntos de fricción. Tomó 131 años, pero Perú y Chile finalmente resolvieron su disputa territorial derivada de la guerra en 2014, cuando un fallo de la CIJ mantuvo las fronteras terrestres actuales de Chile pero redujo su frontera marítima, permitiendo que Perú extienda sus límites en el Océano Pacífico. Pero a diferencia de la disputa con Perú, Bolivia ha exigido un área que incluye la ciudad portuaria de Antofagasta, uno de los puertos más importantes de Chile con uno de los ingresos per cápita más altos de ese país, además de proporcionar gran parte del litio de la nación , recursos de cobre y salpeter.
Así, la disputa por la tierra es para Morales más que una soberanía nacional, incluidas las consideracioneselectorales. El Tribunal Constitucional de Bolivia aprobó el año pasado una solicitud del partido gobernante, el Movimiento al Socialismo (MAS), para permitirle a Morales postularse para un cuarto mandato.
El líder aymara ahora buscará la reelección el próximo año y espera usar la disputa territorial, un tema que une a todos los bolivianos, independientemente de su persuasión política, para aumentar su apoyo interno. Eso, si logra sortear la oposición de su homólogo chileno, Sebastián Piñera, quien ha dejado claro que Chile no tiene ninguna obligación de sentarse con Bolivia con respecto a su demanda de acceso al océano.
“La CIJ ha hecho justicia y ha puesto las cosas en su lugar, estableciendo en forma clara y categórica que Chile nunca ha tenido, tampoco tiene, ni nunca ha incumplido ninguna obligación (…) Morales ha creado falsas expectativas a su propio pueblo, ha creado grandes frustraciones a su propio pueblo y nos ha hecho perder cinco años de negociaciones” dijo Piñera al conocerse la resolución de La Haya.
El año pasado, la entonces presidenta chilena Michelle Bachelet lanzó un proceso para finalmente normalizar las relaciones con Bolivia, pero con Piñera en el Palacio de La Moneda la negociación será más complicada. En su actitud actual hacia La Paz, parece que Piñera está siguiendo el tenor de su mandato anterior en el cargo, desde 2010 hasta 2014, tiempo durante el cual las relaciones entre Chile y Bolivia se volvieron malas. Los países habían estado trabajando en una agenda común para resolver sus disputas, solo para que las negociaciones se estancaran en 2011, lo que llevó a Bolivia a llevar a Chile a la Corte Internacional de Justicia, quien finalmente, después de siete años, emitió una resolución, inesperadamente -para los bolivianos-contraria a sus intereses.
Bolivia esperaba que, al menos, la CIJ obligara a Chile a sentarse a negociar, pero la decisión del lunes -con 12 jueces a favor y 3 en contra- sostuvo que Chile no puede ser forzado a dialogar con su vecino andino.
El gas necesita un "playazo".
Aunque es probable que La Paz no reviva un plan de 1990 para exportar Gas Natural Licuado (GNL) a través de Chile, incluso si hubiera ganado el caso de hoy, una victoria podría haber impulsado su postura negociadora con Brasil y Argentina, que reciben gas de Bolivia.
Debido a que está sin salida al mar, Bolivia no tiene opción para el comercio internacional del gas, excepto a través de sus vecinos Brasil (quien representa el 60% de su mercado) y Argentina (quien posee un 30% del restante). Pero la recesión económica en ambos países ha amenazado directamente con cortar la fuente de las compras a Bolivia.
Brasil también notificó que Petróleo Brasileiro (Petrobras) no renovará su actual contrato de gas natural con Bolivia cuando finalice el próximo año, y Argentina ha reducido en casi un 30% las importaciones debido a fallas en los despachos que, ahora con el incremento de la crisis en el país austral, podrían recortarse aún más. Así, La disminución de los retornos en Brasil y Argentina obliga a Bolivia a presionar por el acceso al mar que podría facilitar las exportaciones a los mercados de Asia, pero lograr eso implica, necesariamente volver a pujar con Chile.
Cabe destacar que Morales, un aliado socialista de Venezuela, tuvo una ola de nacionalizaciones que socavaron el papel del sector privado en el desarrollo de las reservas de gas del país. Bolivia obtiene la mayor parte de sus ingresos de las exportaciones de gas en ductos a Brasil y Argentina, pero necesita aumentar la exploración y el desarrollo para sostener las ventas y el piso político.
Colmillo a caballo regalado.
Durante una visita diplomática al Perú en 1992, el presidente boliviano Jaime Paz Zamora y su homólogo peruano, Alberto Fujimori, llegaron a un acuerdo que prometía ser trascendental. El 24 de enero Perú firmó la cesión de 5 kilómetros de costa y 800 metros de ancho. El enclave se llama Boliviamar y está a 17 kilómetros al sur de la ciudad de Ilo.
Muchos esperaban la inmediata construcción de un puerto comercial que le permitiera a Bolivia la exportación de su producción y la importación de insumos extranjeros. Pero la letra chica del acuerdo establecía otra cosa. Boliviamar quedaba limitada a la explotación turística. Para fines comerciales, el acuerdo le daba a Bolivia una zona franca del cercano puerto peruano de Ilo para su administración y funcionamiento. Además, la cesión es por un periodo de 99 años, después de los cuales toda construcción y el territorio pasará nuevamente a Perú.
Pero pasaron 26 años y Boliviamar jamás recibe turistas. Apenas algunos pescadores locales se ganan la vida entre las dunas y el viento. Los proyectos de desarrollo turísticos quedaron parados y hoy el terreno es una playa de difícil acceso, pedregosa, con aguas de fuerte corriente y con una desolación que la convierte en una “playa fantasma”.
2018-10-03
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