Jesús Gambús
Las quejas de los comerciantes venezolanos dan para hacer un rosario en el que se combinan las cuentas de los continuos e inconsultos aumentos de sueldos y salarios, las dificultades para la reposición de inventarios, la llegada tarde del personal por una falla en el transporte o un apagón, por asomar solo algunas.
Abrir una santamaría a diario resulta entonces una aventura, que a la luz del trance que vive el país es además un desafío a la resistencia del comerciante formal.
Caída sostenida
María Carolina Uzcátegui, presidenta de Consecomercio desde mayo de 2017, puede escribir un libro del impacto que ha tenido la crisis en las actividades relacionadas al sector comercial.
La magnitud del fenómeno que de manera sostenida por los últimos cinco años ha hecho caer las ventas de sus afiliados, podría agravarse el año en curso, indica Uzcátegui.
Para sostener aún más su apreciación, dio detalles de la información del sector agrícola e industrial sobre un aparato productivo deprimido, que inciden a su vez de manera encadenada al sector que lidera.
“El 69% de los comerciantes del país aseguran que la caída en las ventas han sido muy fuertes, en comparación a los volúmenes de venta en general”.
“No hay qué vender, y lo poco que hay no se puede comprar”, Uzcátegui deja correr la frase que sintetiza el dilema venezolano.
Fallas eléctricas
Uzcátegui se hace voz de los afiliados a Consecomercio en todo el Occidente del país, para denunciar las graves pérdidas que sigue ocasionando la interrupción del servicio eléctrico.
“Los cortes irregulares y no programados del sistema eléctrico nacional, no le permiten a los comerciantes planificar sus horarios para rendir más en su trabajo. Los ha tomado por sorpresa“, dice.
Lo más insólito resulta que cuando se quema un transformador de alguna empresa, como ocurrió recientemente en el estado Zulia, la compañía eléctrica le dijo a los consumidores que eran ellos quienes debían reponerlo. Lo que significa un pago en el exterior de unos 20 mil dólares y un trámite de gestión de compra y envío que tarda poco más de cinco días.
Algo más que mala suerte es lo que le pasa a los comerciantes que, en busca de mantener abiertos sus negocios compraron plantas eléctricas para enfrentar ahora la crisis de suministro de combustible, indica Uzcátegui.
Resilencia
En mayo próximo, María Carolina Uzcátegui cumplirá un año al frente de Consecomercio. Sus expectativas en la conducción del gremio no se han cumplido.
“El país ha resultado mucho más dinámico de lo previsto. Falta mucho por hacer pero, lo que más entusiasma para seguir haciendo lo que estamos haciendo es recorrer el país y darse cuenta que en cada región hay el deseo de luchar por una posibilidad de recuperarse, de salir adelante” afirmó.
“He escuchado a comerciantes decir no importa, me quedé sin mercancías, pero déjenme ver qué hago, qué invento para seguir ofreciendo mis servicios, para seguir manteniéndome con la santamaría abierta”.
Uzcátegui refiere además la iniciativa de sectores ligados a la educación que propician acercamientos con embajadas y demás instituciones para buscar soluciones. De verdad es muy motivante y muy alentador”.
Incertidumbre
La presidenta de Consecomercio rechaza la tendencia oficial de hacerlos ver como especuladores. “Muy poco hace un empresario con especular, robar, con montos que nadie pueda adquirir, porque no va a vender nada”, esto sin dejar de reconocer algunas excepciones.
“Este es un año de supervivencia. La hiperinflación no perdona a nadie”, sentenció.
2018-03-17