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En Lara hay un médico oncólogo por cada 247 pacientes con cáncer. La cifras es irrisoria y hasta ridícula para la medicina; sin embargo, la realidad en los centros públicos confirma que en la región no hay cómo tratar a los enfermos con cáncer pues entre Hospital Central y Seguro Social hay sólo tres médicos especialistas para un universo de 760 enfermos.
Ludy Goyo, la única oncóloga que trabaja en el Servicio Autónomo de Oncología (SAO), explica que la institución, que hasta hace unos cinco años era referencia obligada en el tratamiento de pacientes con cáncer, sólo pasa consultas oncológicas los jueves pues son los días en los que ella va a prestar colaboración al centro médico. “No me pagan. Voy por amor a los pacientes y por amor a la institución”, comenta.
La especialista dice que en el lapso que ella está dentro del SAO pasa entre 18 y 20 consultas. Una barbaridad para cualquier especialidad en la medicina. “Va tanta gente que no puede hacerse una evaluación precisa al paciente. Hay personas que deben ser vista de forma regular pero, en vista de la ausencia de médicos y el costo que tiene un chequeo en centro privado, deben esperar semanas para poder ser atendidos”, resalta.
Aunque la realidad del SAO es deprimente esta no es la única institución que se encuentra en estado crítico pues el Seguro Social Pastor Oropeza también sufre por la falta de especialistas. Allí, de acuerdo a lo explicado por la doctora Goyo, sólo hay dos médicos para la atención de pacientes cifra que también se queda muy por debajo de la demanda requerida por los enfermos.
“Prácticamente no hay médicos para tratar a las personas con cáncer. Uno ve cómo hay enfermos que duran meses esperando una evaluación. Todo eso complica la vida de los enfermos y acorta sus opciones de vencer a la enfermedad”, señala Víctor Martínez, representante de los pacientes con cáncer en la región.
Otra de las alternativas que tienen las personas es ir a fundaciones como Badan o el Anticanceroso. Allí las consultas son más económicas que los chequeos en clínicas (de 25 a 30 dólares); sin embargo, no todo el mundo tiene para pagar los 500 mil bolívares que piden en estos centros médicos.
“Hay que tener en cuenta que no sólo es la consulta lo que necesita el paciente. Los enfermos con cáncer deben hacerse pruebas especializadas como la biopsia o exámenes de sangre que son requeridos para el chequeo. Todo eso engrosa la lista de gastos y por eso la gente prefiere esperar en la red pública”, dice Goyo.
Sin herramientas
Además de la falta de médicos en la red pública los pacientes con cáncer deben lidiar con otra condicionante: los centros públicos no tienen herramientas para realizar pruebas como la biopsia.
Según explica la oncólogo Ludy Goyo, en estos momentos SAO no cuenta ni siquiera con la Aguja Trucut, implemento quirúrgico utilizado para tomar las muestras en tumores, lo que hace que sea prácticamente imposible poder evaluar a los enfermos que allí llegan.
“A veces esterilizamos algunas agujas pero eso no es suficiente. No alcanza para tanto”, confiesa.
Goyo comenta que esto hace que las personas no se diagnostiquen a tiempo pues no todos tienen para pagar en centros privados. “No es sólo la biopsia sino también la aguja y los honorarios médicos. Las personas no se hacen las pruebas rápido y eso hace que el tumor avance”, dice.
Además de la falta de agujas especiales para las biopsias dentro de los hospitales no hay tomógrafos para hacer seguimiento a los enfermos. “En el Hospital Central hay un equipo de alto costo que ayudaría a los enfermos pero no funciona”, concluye.
SAO no termina de arrancar
Era un centro modelo hasta hace unos cinco años y ahora es una institución más arruinada por la desinversión y la falta de personal. Así se puede definir lo que es en estos momentos el Servicio Autónomo de Oncología (SAO) y es que, la falta de personal y la falta de recursos en los últimos años ha convertido al centro especializado en un lugar de chequeos eventuales.
Mirla Castro, exjefa del servicio de radiología del SAO, explica que en estos momentos la institución no realiza radioterapias porque las máquinas están paradas y tampoco están haciendo braquiterapias porque las instalaciones no están adecuadas.
“Hace falta mucha inversión. Se han recuperado algunos espacios pero aún falta mucho para volver a lo que fuimos. La inoperatividad es de un 70%”, comenta la especialista al ser consultada.
Con información de LA PRENSA de Lara.
2020-02-14
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