Jesús M. Gambús | Jgambú[email protected]
La inseguridad política y económica se han combinado para el florecimiento del rumor en los últimos treinta años.
Los mensajes de entonces daban cuenta de reuniones de militares, de conspiraciones, de descontentos que a la postre terminaron beneficiando a las cadenas de supermercado, porque todos concluían con “Compra comida que va a pasar algo”.
La inseguridad bancaria que siguió a las intervenciones financieras en el segundo gobierno de Rafael Caldera pusieron a funcionar al máximo a la fábrica de rumores que alertaba en 1994, no siempre bien dateada, cuáles serían las instituciones sobre las que caería la mano dura del Ejecutivo.
Con la llegada de Hugo Chávez al poder y su alta exposición mediática con cadenas y largas exposiciones, una ausencia de dos días bastaba para que se activara la industria.
Esa producción se hizo aún mayor tras la detección de la enfermedad que le obligó a despegarse del ojo público y la confusa información que el Ejecutivo hizo de la convalecencia del jefe de Estado.
Los comunicados contradictorios ofrecidos desde el ministerio de la presidencia contribuyeron a un estallido de elucubraciones en su afán de decir que el comandante estaba mejorando cada día y “hasta una mujer lo había visto vivo y caminando”.
El motor más activo del país en estos días agarra mínimo con la insuficiencia de información oficial, la censura y la autocensura, propagándose a ritmo de pandemia con ayuda de las redes sociales
No hay dudas que la fábrica del rumor funciona 24 horas al día, que no necesita divisas para conseguir materia prima, que no es posible expropiarla y que sin discriminación alguna acepta a todos como accionistas.
El gusto del venezolano por las redes sociales con su variedad de opciones ha venido a potenciar el fenómeno y a darle una velocidad de cohete al rumor, sin que sus propulsores se detengan un momento a considerar si se trata de verdades, verdades a medias, invenciones o mentiras.
Del “boca a oreja” practicado por comadres parlanchinas del pasado, el mensaje no confirmado pasa como Pedro por su casa en la compleja www y amigo de la telefonía celular, se cuela en el mensaje de texto, la nota de voz enviada por whatsapp y cuantas herramientas sofisticadas haya a disposición.
El Gobierno de los rumores. A causa de la explosiva situación del país, dibujada por los controles de censura del Gobierno sobre los medios de comunicación, la autocensura, y el vacío de información oficial, se pone en marcha la maquinaria del murmullo que echa a producir la mercancía de dominio público.
Blas Fernandez, director del programa de postgrado de Comunicación Social y Publicidad de la UCAB y docente de la UCV considera que el fenómeno del rumor puede ser utilizado por cualquier agente que tenga intenciones políticas o económicas que ameriten crear confusión, zozobra e incertidumbre.
También agrega que este tipo de mensaje le debe su éxito o fracaso a la relevancia que tenga en el espacio público.
Por si fuera poco, la aparición de las redes sociales complica aún más el panorama, pues representan una herramienta de doble filo para los usuarios. Al no existir medidas que intervengan tajantemente la producción de contenido 2.0, el susurro corre y toma fuerza en las redes y portales webs.
Fernandez recomienda que se debe tomar en cuenta la posibilidad de que existan cuentas falsas e interesadas en difundir el mensaje mentiroso y para tal fin se aprovechan bastante bien de la inmediatez y actualidad que caracteriza a esta plataforma.
Entonces, ya sea el Estado promotor del rumor o sean los mismos ciudadanos, la abundancia de estos males alarga aún más el ambiente de confusión y zozobra generalizada.
Los días contados. Algunos medios digitales se refirieron recientemente a las altas temperaturas generadas en una supuesta cumbre del gobierno que estaría presionando a la renuncia del mandatario nacional, dada la magnitud de la crisis. Sin embargo, el runrún nunca fue confirmado.
Otros rumores ampliamente difundidos han puesto en el hospital o en camino al cementerio al embajador de Venezuela en Austria, Jesse Chacón, esta lamentable noticia (falsa) corrió por Twitter. Por su puesto, el ex ministro no tardó en desmentir el hecho hasta por la radio.
Otros “ruidos de sables” han pasado de celular a celular siempre con la urgencia que el remitente lo considere. La pereza en muchos casos preserva el contenido original gracias a la opción de reenvío sin el escrutinio necesario.
Nadie se salva. Otro debate de interés público ronda al rededor del Presidente y su presunto nacimiento en Colombia. Aunque Tibisay Lucena, del CNE, lo ha desmentido, no se tiene la legítima prueba: la partida de nacimiento.
2016-05-15